ENRIQUE PLEGUEZUELO ACEDO
nació el 27/09/1956. Córdoba - Falleció en Julio 2014.
Intérprete de Lengua de Signos Española.
Maestro de Educación Especial (UCO).
Lector de poesía desde la juventud, encuentro en cualquier lectura la posibilidad de hallar la realidad interna de cada individuo y de la colectividad.
Gran parte de mi vida ha estado dedicada a la actividad empresarial, social y política, terrenos que me han hecho desarrollar el ámbito de las relaciones sociales e interpersonales como base donde se nutre mi poesía.
Comienzo a escribir con el inicio del milenio empujado por la necesidad de expresar las vivencias y conocimientos acumulados durante mi vida, en momentos de cambios personales y existenciales.
Para mí, cada poema es un acta donde plasmo mis decisiones y la interrelación con aquello que me rodea, donde afirmo mi diario y el ideario que lo sustenta.
Pertenezco al Colectivo 3 de poesía, integrado por Fernando Sánchez Mayo, Fernando Muñoz, José Cañuelo, Paqui Jiménez y Rafael Sierra y que se reune todos los viernes en tertulia en el Biblobar Sta Marta. Nuestro objetivo, aparte de lectura de poemas, de noticias literarias, etc es dar voz a una generación (la nuestra) que, pensamos, no ha tenido la oportunidad de ser oída con la justicia que se merece.
He participado en cuantas lecturas de poemas me han solicitado y he publicado la Plaquette: “Poesía en el Foco” edit. Plurabelle, 2003; con ilustraciones del pintor José Mª Aguilar Ferrer.
También he participado en las siguientes publicaciones:
● Nº 1 de la colección de poesía “bar sobia” edit. La Bella Varsovia, 2005.
● Libro de poemas en Homenaje a Góngora, edit. Depapel, 2011.
● Revista de poesía “Suspiro de Artemisa” en homenaje a la eterna capitalidad cultural de Córdoba. Edit, Detorres Editores, 2011.
También, dentro del ciclo “Versos Sumados” de la edición de Cosmopoética de este año, he participado dentro del grupo Colectivo 3 en lecturas de poemas.
Receta para el amor
En el cuenco de los labios
poner dos dedos de deseo.
Cuando esté ardiente
picar menudos los sueños
no alcanzados. Remover lentamente
hasta caramelizarlos.
Cuando estén (se nota porque tiemblan las manos)
desnudar con mucho cuidado
la piel que cubre al cuerpo
y con suavidad rehogarlo.
Darle la vuelta, dorar para sellarlo.
Con la lengua, con los mismos labios,
cubrir de ternura, de palabras quietas,
de amor y, sin embargo,
sazonar con las manos,
con la yema de los dedos
pellizcarlo; acariciar lo restante,
salpimentar con besos y taparlo.
Se cocina a fuego lento
sin la preocupación del embargo,
con abrazos, con denuedo,
para que cueza por todos lados (sin olvidar ninguno)
haciendo hincapié en las partes blandas,
en los apéndices,
en el centro,
en los flancos.
Y en tal punto, así, en la mesa,
servirlo sin plato, acompañándose
como guarnición
con los restos del deseo no cocinado.
¿ Por qué será que se corre Jean-Pierre ?
¿ Por qué transita bosques de rivera ?
¿ Le ataca acaso fiebre de primavera
y no para de correr erre que erre ?
¿ Le persigue el virus Sarkosy ?
¡ Pues al ser un emigrante en mi región
tiene derecho a la medicación
con dosis de los vinos del país !
Este francés que corre la rivera
del más grande de los ríos de Andalucía
es seguro que se hace, cualquier día,
ciudadano cordobés, y de primera.
Siempre creí que correr es de cobardes
mas pienso al verte estar equivocado
que ya quisiera yo ir a tu lado
corriendo como tú, con tanto alarde.
Compañero francés, no te confundas
que el viejo es quien esto te dedica
¡que yo pondría en Flandes una pica
si cuidase como tú mi vieja funda¡.
He de ponerme a ello compañero
que la edad se me viene año tras año
y el tiempo cada vez me hace más daño,
porque no cuido mi cuerpo con esmero.
"A Jean Pierre Moreau y su carrera rivereña"
Salud y república.
Plaza de la Constancia cordobesa.
Javier Cadenas.
Me gustan los ciudadanos viejos
sólamente porque son viejos.
Me gustan los ciudadanos viejos
si sus pies calzan
esas horas que, a mí por el tiempo
vedadas, vivieron con la pasión
que los hombres tienen
para llegar a viejos.
Me gustan los ciudadanos viejos
si sus ojos traslucen,
con humildad de acero,
la esperanza del pasado
y la calma primavera
que les acompaña.
Me gustan los ciudadanos viejos
si, como niños, son inocentes
de las puertas que nos abren;
si, como niños, enseñan sin pudor
sus tres heridas,
la de la vida, la del amor, la de la muerte;
si, inagotables, desechan los estúpidos
obstáculos que a los demás ahogan.
Me gustan los ciudadanos viejos
si me llaman amigo porque así,
con admiración, los considero.
«Entre tu pueblo y el mío,
hay un punto y una raya,
la raya dice ‘no hay paso’,
el punto ‘línea cerrada’».
(Aníbal Nazoa,
Juan Carlos Núnez)
San Diego versus Tijuana,
Sonora, Chihuahua, Nuevo León,
Ciudad Juárez versus El Paso
Hermosillo, Coahuila, Heroica Nogales,
Reynosa versus Mc Allen,
Tamaulipas y Ciudad de la Victoria.
Mujeres del sur maquilan pobreza,
mujeres del sur ensamblan desesperanza,
supervivencia.
Mar de arenosas pateras. La palabra
se desangra en el frío desierto de la noche,
en la adolescencia de las hijas desaparecidas,
en la balacera que arrincona al compañero
contra la orinada esquina de la calle polvorienta.
La historia muestra sus cicatrices
en las fronteras de puntos y rayas,
prietos puntos de marihuana seca,
tensas rayas de cocaína ensangrentada.
Rayas y puntos, puntos y rayas,
lindes en costura de sórdido telegrama.
Un mazo recorre el norte de Méjico,
una tijera que deshilvana estrategias
de vía cerrada, carniceras barreras,
matanzas invisibles en El no hay Paso
de las cruentas líneas forzadas.
La palabra es martillo en campos
que concentran guetos de colectivo
silencio. Palabras sin puntos ni rayas
rompiendo el espanto de las hambres
separadas. Luz pública al terror
cobarde germinado en las armas.
Palabras, Palabras, Palabras,
herramientas cortantes
de la razón en marcha.
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