MARÍA ANTONIA GUTIÉRREZ HUETE
Priego (Córdoba), 1968.
MUNDOS OPUESTOS
Desde tu mundo hasta el mío
es la distancia tan corta
que un sólo paso es bastante
para llegar a mi boca
(o a los mares de mi mente
con sus islas y sus olas).
No importa que el llanto anegue
el sendero hasta mi costa.
Es la distancia tan breve
entre tu tiempo y mis horas,
que un instante es suficiente
para infiltrarte mi aroma.
En mis jardines silvestres
podemos mudar las hojas
aunque no sea septiembre,
y renacer en las rocas
o florecer en la nieve.
Nadar sin guardar la ropa
para el diluvio que viene
y volver tras la derrota
sin imperios ni laureles,
en mi mundo no se nota.
Desde mi universo al tuyo
es la distancia tan honda
que nunca andaría bastante
para llegar a tu aurora
(o a la orilla de tu suerte
con sus dioses y coronas).
No importa que el alma albergue
ilusiones en sus botas.
Es la esperanza tan leve
entre mi fondo y tu forma
que el amor no es suficiente
para iluminar las sombras.
En tu palacio de siempre
no vuelan las mariposas
desde tu pecho a mi vientre,
aunque el otoño nos rompa
y desconche las paredes.
Soñar sin mirar la costra
de existencia en nuestras sienes
y ser libres como alondras,
es ¡vivir!, sencillamente...
Y en tu mundo no se logra.
SE NOS FUE LA VIDA
Se nos fueron los años
uno tras otro,
unos deprisa,
otros despacio.
Se nos secaron los labios
día tras día,
callando a veces,
a veces besando.
Se nos cayeron los brazos
poco a poco,
como fruta madura
al llegar su ocaso.
Se nos fueron los hijos
uno tras otro,
como se van los sueños
con el tiempo, de las manos.
Se nos fue la ilusión
riendo a veces,
a veces llorando,
como se van las horas,
con los ojos cerrados.
Se nos fueron los años
poco a poco,
con nuestras caricias
y nuestros retratos,
suspirando a veces,
a veces cantando,
entre naranjas dulces,
entre instantes amargos,
beso tras beso,
por el este, hacia el oeste,
desde arriba hasta abajo...
Se nos fue la vida
cuando menos pensamos
y nos dejó el recuerdo,
un clavo donde agarrarnos
mientras envejecemos.
(La vida nos ha olvidado)
TAMBORES
Son tambores de nostalgia,
son tic-tacs de viejos sueños;
villancicos desde el alma
por los muchos que se fueron.
Navidades antes blancas,
hoy pintadas de decenios
adornados de hojarasca
y de algunos tallos nuevos.
Son tambores de nostalgia,
son susurros, son lamentos;
campanillas de mi infancia
colgadas en un abeto.
Navidades de palabras
ausentes de sentimientos;
Navidades de pancartas,
de familias sin sustento.
Son tambores de nostalgia,
rumores de malos tiempos;
quejidos de mil gargantas
resonando a pecho abierto.
Navidades, ¿Quién os llama?
¿Quién celebra el Nacimiento
si la vida anda descalza
y el amor se está muriendo?
Son tambores de nostalgia
disfrazados de contento;
zapatos en las ventanas
sin cristales, del obrero.
Navidad, no pido nada
que se compre con dinero:
quiero paz en esta casa,
quien la habite es lo de menos.
Son tambores de nostalgia
por el llanto de los buenos;
Los Magos no hicieron magia
y murió el Hechicero.
Navidades ¿No os cansa
predicar en el desierto?
Ojalá que un día nazca
un niño sin sufrimientos.
Tras la cortina
Amanece más tarde cada día
y cada día expira más temprano
para ella que, en su armario cotidiano,
se ha perdido a los ojos del vigía.
Enredada en sus horas de sequía,
despotrica del mundo -mal hermano-
con el sueño pendiendo de una mano
y el amor a merced de su agonía.
Porque el tiempo adolece de amarillo
y su edén, entre enseres de cocina,
ya no aguanta los naipes del castillo.
Porque el cielo se ahoga en sus retinas
donde el Sol, expoliado de su brillo,
va tiznando paredes y cortinas.
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