GINÉS SERRALLO
Nací en Belalcázar, Córdoba, en el año 1958. Me fui joven a Madrid, trabajé allí donde comenzé a plasmar mis poemas y a no destruirlos por parecerme muy malos, cosa que hacía con frecuencia.
En el año 2000 comenzé a escribir mi primer libro, usando como seudónimo Gines Serrallo, Imágenes de un escribidor.
Tardé poco en escribirlo y bastante en poner a mi gusto este homenaje dedicado a todos los escritores, y muy especialmente a los poetas.
Es una metáfora donde intento plasmar la ardua tarea del escritor, o el poeta, y su posterior imapcto en el lector.
Vendría después En Negro y Marfil, Jade y Sal, Detras del ojo, Lienzo desdibujado. Escritos, homenajeando a la mujer, constante que se apreciará siempre en mis versos
Algunos de ellos estan inspirados en amigas, como Inma MiguelSanz, la cual desgraciadamente ya no se encuentra entre nosotros y a la que escribí y dediqué el libro, Al Mediodía.
La Dama Roja -otro libro escrito y dedicado a otra amiga, Sofía, amiga entrañable y auténtica.
Todos, incluido Su-realismo, tienen como temática la mujer, el amor, la soledad, el desamor la distancia y la ausencia.
El libro Vértigo pacífico es para otra amiga así como el de 20 minutos con ella.
http://ginesserrallo.blogspot.com.es/
Ha penetrado hasta el confín
de vuestros ocultos rincones,
y queréis buscarlo en cada palabra
y arrancarlo del tronco
de los deseos.
Intimidan
vuestras inclinaciones
hacia el ebrio sabor
de cada una de sus letras.
Os lleva de corrido
hacia un patio de luces
donde el suelo os aplasta
en olvido y polvo,
el aire es memoria de ayeres
y el cielo esperanza de un minuto.
Posa la mano sobre
blancas lomas de sales hieráticas,
retira la mirada contemplando
un paisaje de símbolos
cuya magia,
aún refulge en sus ojos.
Mientras el agrio humo
de una eternidad recién creada
aun se eleva:
a sus pies quedan los restos
de tan extenuante construcción.
De “Imágenes de un escribidor” , 2003
Los arcos son luces.
Son bóvedas bajo el puente
concavidades
que aspiran
hálitos oscuros.
Arriba más arriba,
las sinuosidades rojas
de tus palabras,
quiero tomarlas al asalto
en la llanura ilícita
de mi impaciencia.
No me esperes.
Cabalgo a lomos
de la ignorancia.
Solo veo tu cuerpo
vestido en negro y marfil
De “En negro y marfil” , 2003
Ángulo de luz
La luna
amanece noche
El mar
anochece día
Tu mirada recta
curva el paso
de mis reflejos
Planos simétricos profundos
paralelos
perpendiculares
¿Te ocultará el ocaso?
Amaneces.
Tú.
La luz.
El sol.
La luna en el agua
El puente
el ojo
el paso tus huellas.
La mirada oblicua
la cascada recta
Somos la fuente
Eres
el manantial
De “Detrás del ojo” , 2003
¿Qué vientos te arrastraron?
¿Quién forjó tus brisas?
Efímero torrente que empapas
mi sed de tierra
el hambre del pueblo
al poeta en polvo y sol.
Desnúdate en la hierba
esfúmate en su color.
No me tienta tu canción
de invierno gélido
-suplicio cuando faltas-
bajas colmando
aromas y sonidos.
Pules
limpias
arrastrándome en tus susurros.
¿Qué cauce estrechó tu cintura?
¿qué roca te apartó del camino?
siendo fuego liquido en las entrañas
humo y sudor de días cansados
furia desatada en la espesura
¡qué dios te azotó en la cara!
¡qué noche te forjó tan húmeda!
Siempre vives siempre amas
vas y vienes del mar a la montaña
nunca te detienes.
De “Lienzo desdibujado”, 2004
Nueve lunas
nueve largos suspiros
capas de sol
y jade.
Ocultos cristales
de aguas impersonales
vientos
azules.
Tú
ojos de garza
círculo de plata
vibrante
inquieto talud.
Quemas
hielo ardiente
musa
distancia elocuente
...y atada.
Tronco retorcido
quimera
manos oblicuas.
¿Qué rozas?
Dime,
¿Qué sonido te hizo?.
Pincel.
Tiempo.
Vida.
Nueve
Número de aguas
pentagrama de sonrisas
silencio curvo
Viértete,
de tu esencia quedará
un dolor cercenado
tus ojos
invictos
desconocidos
abrumadores
De “Jade y Sal” , 2004
Mentiras
Tengo que decirte
que no soy yo, que te miento,
que fui un hombre de barro
y ahora soy un corazón de asfalto
Entre ladrillos y humos
como un caballo desbocado y loco
paseo por estos callejones
de vicios y envidias,
ausente en tus miradas de hielo,
perdido entre la locura de tus besos
y el cigarrillo que a duras penas
me voy fumando para olvidar
que aun te recuerdo.
Si, te miento
al decirte que aun soy
lo que no fui
aquel joven gallardo y presuntuoso
-hoy maduro, bebedor y bohemio-
que suspiró entre tus labios de acero
Miénteme tú, dime que ya no eres
la dama de mis noches bohemias,
dime que eres otra, la que no conozco,
la que adivino bajo tus cejas otoñales
Sí, no me digas quien eres
dime quien no eres
y así, entre mentiras y mentiras
me iré, arrepentido de mi pasado,
ebrio de tus músicas modernas
Hasta que vuelvas
-si vuelves-
déjame el fuego de tus ojos
para fumarme la vida,
en el humo de tus olvidos.
De “Partitura para un silencio” , 2005
Por estos arrabales cósmicos
de lúgubres callejuelas infectadas
con lágrimas de suburbios oscuros
me llega el inquietante olor
a tu piel de gacela herida.
Te han mordido
los caimanes del sueño
te sobrevuelan cuervos
anillados
a los cabellos
por las avenidas del silencio.
Evocas la demencia
de las oscuras
noches en cualquier bar.
El éxtasis del licor sobre tu ombligo
es tan denso como la humareda
que prende tu corazón de hielo.
De “Su-realismo” , 2005
Sé que vienes, a tu hora, ni un minuto antes.
Sucedes como la primavera al invierno,
como un color a otro,
deshilachando la escueta figura,
figura de pintor sin colores en su paleta.
No importunas al tiempo, al fondo, las botellas;
ni un suspiro levanta más calor que la taza de café
aunque pretenda beberte esa mirada de fuego breve,
eres, como un fantasma sin nombre,
que resbala por mis libros.
Acércate, deseo cegarme en la oscuridad de tu pelo.
De “Al mediodía” ,2012
La memoria toma nombre
bajo la hierba.
Recuerdos.
No quiero que vengas
en los sueños
te quiero de madrugada,
de soñolienta madrugada,
sin fríos perfumes otoñales
sin la curiosidad de los ojos
entregados a la oscura
habitación de la mañana.
Viene, y no sé
si estoy preparado
para hablar con ella.
Se queda un instante,
y otro, y otro más,
y tantos instantes,
como logro retenerla
en mi locura,
tan efímera
que cuando construyo un vuelo,
se esconde en los pliegues de la noche.
¿Cuántos meses trae
el calendario en el que la espero?
¿Cuántos días pasarán
antes de que me odie?
He construido esta ciudad
con cimientos de sueños,
existe porque en ella la busco
por densos perfumes del día,
abstraído en las horas,
por noches que se estiran
en tabernas indolentes
sin paredes que guarden
agonías y tristezas.
Cuando la pretendo
se escapa
entre mis sombras,
si la repudio
me envuelve
como una gata en celo.
La veo por las ventanas
y los ladrillos,
por la sequedad en el asfalto
que se agrieta de veranos
lluviosos, donde la gente
va y viene en lento transcurrir
de monótonas aceras.
La tuve una vez,
hace ya tantas tormentas,
que no la recordaba
con esa alegre melancolía
de taciturnos bares
y la frescura de jovencitas
que acumulan polvo en las revistas.
Se hace esquela
en el tablero de ajedrez
quiere desterrar al viento,
vaciar su casilla,
apretar una gota de lluvia
en la esquina izquierda
y… me dice que mire
la galaxia para reírme.
Para reírme del yo mismo
al que no tengo derecho
nada más que para cantar
sobre los huesos.
En alguna de aquellas
tormentas, creo,
perdí el rumbo
hacia la batalla,
ofrecí su presagio a la vida.
De “En ocasiones veo lechuzas y cisnes” , 2012
Es largo el día
Es largo el día,
largo como un dolor de cabeza
que me estrella contra el azul
de tus pechos.
No pronuncies mi nombre todavía
espera que me haya ido
levantando el cobrizo de tu cabello
y peine semillas en mis ojeras.
Quiero brindar por tus ojos
-si me llegan clandestinos-
y destilarme en tus pupilas
como una noche sin besos.
Es largo el día
más largo que la barra del bar
donde purgo mis horas
sin los latidos del corazón.
Quiero hacer, la revolución de tus ojos
De “La Dama roja” 2014
Hoy, ayer y el mañana
Hoy es un día
y ayer y mañana,
son días diminutos
pequeñas eternidades
como ese dios
de los desarrapados
que cruje contra el viento
la violencia en los pobres.
Hoy, ya no es hoy,
no fue ayer,
ni será mañana,
será otro día.
Otro infierno en el que morir
despacio, muy despacio,
mientras el pan oscurece
las bocas de áfrica
y el agua se escabulle
por la arena de los países:
y los ricos beben
y los otros
ofrecen su sed.
Pero hoy,
-que no sé qué día es-
será diferente
porque los pobres
los desarrapados
aquellos que mueren
por orden de ese dios
que quiere ver la sed
y el hambre en bocas
llenas de arena y cansancio
ha decidido que llueva
más miseria
más muerte
para regocijo de los ricos.
Ahora llueve
se escancia el desierto
sobre las calaveras
y los esqueletos
derrotados,
se abren las simas de los cielos,
y a dentelladas,
son tragados
los pobres de nacimiento,
y la lluvia los cubre
de más hambre
de más dolor
de más miseria
y de otro día.
De "Ocho poemas sin recordatorio" , 2015
Viene conversando
con los vientos y la lluvia
y guarda en su costado
el dolor y la nostalgia.
Su ropa, hecha con jirones de la noche,
viste sus pómulos de lágrimas.
En algunas ocasiones,
bebe palabras inquietas
que desbocan su corazón.
Reluce su sonrisa en el día
y por la noche
es enfermera de penas hambrientas
y espera ....
Espera a un orador de almas
que entibe su esperanza
con firmeza.
No sé donde guarda
la sombra de su sueño
pero sé que espera el jardín de los vientos
para entrar descalza
y pisar el agua, y la hierba,
y las piedras y buscar la vida
que desmemoria su corazón.
La veo lejos y cerca
acunando el silencio
y los labios vacíos de besos,
su alma, es un oasis en el desierto de la soledad,
Es la luz del túnel
por la que esta vida pasa
pisando negros charcos de amargura.
Mientras en ella crece
la simiente de una nueva esperanza
yo me voy enterrando en la lumbre
de sus ojos, voy vertiendo mis horas
en las sombras de su espalda.
De “Vértigo pacífico” 2015
El tiempo pasa
la noche acaba
y la máscara ritual del día
fertiliza la mañana.
Una tribu de demonios
avanza en el griterío de los minutos
festejan la muerte de los rostros
la profanación de las tinieblas
el ebrio insomnio que bautiza
la alborada.
Pero en ella no pasan los minutos
se han quedado estancados
en su orgullo
en el valeroso espanto
de sus designios
en el instante que duerme
en su espalda.
Un ángel se torna indefinible
en la lengua del espejo
y apenas inmóvil
se hace espesura en ella
se olvida del gesto,
la ira,
la injusticia,
y se vuelve lágrima
en las ánforas de sus ojos.
En mi etérea inocencia
quiero rescatar las esferas
que el verdugo
incorporó a sus pechos.
De "20 minutos con ella" 2015
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