Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

lunes, 11 de noviembre de 2013

1839.- ANÍBAL GARCÍA RODRÍGUEZ


Aníbal García Rodríguez

Nace en Huercal - Overa (Almería) el 6 de septiembre de 1972. Sexto hijo de una familia humilde de Cuevas de Los Medinas (Almería) acaba sus estudios de Empresariales y empieza a trabajar en la administración de distintas empresas hasta que en 2009 crea ANB mobiliario de oficina, empresa de planificación, diseño y equipamiento de espacios de trabajo.
Aficionado a la poesía, comienza a publicar en 2009 en "El Monosílabo", foro poético y literario y en los blogs "Adoquines y Alquitrán" y "Poemas Bastardos". Ya en 2011encuentra en el foro Ultraversal un lugar donde crecer poéticamente y donde apoyarse para dar forma a la palabra que siempre ha llevado dentro.
En septiembre de 2011, publica su primer poemario," Poemas Bastardos" en la Editorial Lulu y en Bubok.

Ha ganado el vigésimo octavo Premio Andaluz de Poesía 'Villa de Peligros', con el poemario 'Pequeños Desnudos', 2013 y el segundo premio en el II Certamen Internacional de Poesía Blanca Sandino organizado por la Revista Alaire por el poema 1978.
En la actualidad sigue trabajando en la composición y compilación de sus próximos poemarios.





Poemas bastardos
Aníbal García Rodríguez





CÍRCULOS VICIOSOS

Detrás de la palabra y el hastío
hay unos dedos golpeando esperas 
y un montón de deseos que caducan
cuando llegas cansada del trabajo 
y le escondes tus ojos a la noche.

Soy
un punto en tu universo,
un guión que parpadea en la pantalla
del viejo ordenador,
una voz que se apaga lentamente en tu ausencia.

Los besos se suicidan
en las camas dormidas de los sábados
huyendo de relojes deprimidos 
y de sus círculos viciosos.
Mientras tanto, la vida nos está malviviendo 
y deja sus velados fotogramas
colgando de la cuerda del olvido.

Me llama la rutina,
a veces me despierta tu teléfono 
y encuentro una razón para existir 
allá donde la calle me desnuda,
solo, quizás en medio de la nada.

Detrás de las esperas,
hay unos dedos golpeando noches 
y un montón de palabras que caducan
cuando el trabajo esconde los deseos
en los ojos cansados del hastío.






La tarde

A Felipe Benítez Reyes


I

un libro abierto
el equipaje abierto
trío de ases



II

temo tres cosas
el amor la memoria
y su sinergia








Atlántida

Los textos de Platón
con detalle sitúan a la Atlántida
frente a Calpe y Abila
-las Columnas de Hércules-
pero la isla en cuestión nadie la ha visto
aunque Timeo y Critias en sus diálogos
la definan más grande que Asia y Libia
tomadas en conjunto.

Nuestra ciudad,
siendo infinitamente más pequeña
y sin un nombre por el que la Historia
pudiera cualquier día recordarla,
también está descrita en mis poemas
y resulta invisible, pero existe,
al menos en mi mente.

Los dos espacios tienen en común
que la actual geografía los ignora
y que jamás habrá un territorio,
por más que el amor vuelva tras la lluvia,
que ocupe su lugar.






Cuerpo

Y yo que imaginaba que este cuerpo,
así como lo ves,
casi intacto, sería para siempre,
que la impostura sádica del tiempo
nunca golpearía con su fusta
la carne que define mi existencia,
el alma que me explica.

Y yo que imaginaba que los años,
no eran más que casillas
de algún inocuo juego de poder
en el que cada jugador,
de forma inexplicable,
ganaba a su manera.

Y yo que imaginaba que mi vida
no estaba sometida a la extorsión
de unos relojes que ya no te nombran.

Ahora, con tu ausencia tan presente,
comprendo, en las argollas de estos versos,
cada segundo de ceniza
que he sido,
                    cada escombro
que, en este lado oscuro de la tarde,
por tiempo definido

soy.







Versos rebeldes

Desde que tienen voz,
mis poemas están insoportables.
Que si ya no los rimo,
que si los hago demasiado largos,
que si ya no hacen gracia mis historias,
que si no los escucho.

Por la noche,
aprovechando mis descansos,
acuden a los foros y plantean sus quejas
a poemas más cultos. Pobrecillos,
si supieran que a ellos les resbalan
sus reivindicaciones.

Últimamente
están amenazando con hacer,
si no cambio, una huelga general,
como si me importara, a estas alturas,
que unas cuantas palabras abandonen mis libros
para manifestarse en otras calles
gritando las proclamas
de algún poeta idealista.

Se creen tan importantes.

Que sólo pienso en mí, me dicen...
                                                        Pero,
¡qué sabrán estos versos de mi vida!







Estadísticas

"...entre una España que muere
y otra España que bosteza"
ANTONIO MACHADO


Aunque es irrelevante,
apuntar que me llamo Aníbal
y que mis apellidos
son García Rodríguez.
Yo soy varón con "v" y resido en la calle
Eduardo Pérez 20 de Almería.
Como la letra del Taranto dice,
- hago un guiño al Flamenco -
nací aquí, "donde nacen los tempranos".
Casi cuarenta años me quedan por vivir
lo que data mi muerte
allá por el dos mil cincuenta y uno.

No vendrán otros hijos, de hecho, tuve
media niña de más.
Si deciden casarse,
lo harán con treinta y dos aproximadamente
después de terminar una licenciatura
y entrar en el mercado laboral
- es muy probable
que en los cinco primeros años de matrimonio
firme un divorcio alguna de las dos -

Tendré sexo dos veces por semana
hasta pasados los cincuenta y cinco
- aunque lo piense al día diecinueve -
y una vez, o quizá menos, después.

Últimamente, estoy padeciendo los síntomas
de una profunda crisis ideológica
que me está desplazando a la derecha
y suelo ver las manifestaciones
de esta España que muere
por la televisión.

Si nada lo remedia,
un día, de repente,
me olvidaré de todo. Espero entonces,
que alguien me lea en voz alta un poema
que se llame "Estadísticas" y que comience así:
"Aunque es irrelevante,
apuntar que me llamo Aníbal
y que mis apellidos..."
bueno, a quién le importan ya
tus apellidos.








Habitaciones en penumbra

Le ha dejado la fiebre de la noche
a merced de los buitres del invierno,
hoy no podrá salir a pasear
como cada mañana por el barrio.
Y nadie le dará una pastilla
con un vaso de agua al levantarse,
hoy, muy probablemente, no podrá
levantarse. Y así, entre las sábanas,
como un triste guiñapo, vuelve al sueño.

En su febril delirio, rememora
una infancia feliz. Solía ir
a pescar los domingos con su padre,
lo hacían en el puerto, muy temprano,
cuando el alba era un manto de salitre
que abrigaba el silencio de los muelles.
Y recuerda también sus travesuras.
Una vez escondió la jeringuilla
que usaba tía Gracia en su cachete
porque quiso volar. Pero ese vuelo
le costó una paliza y, a la postre,
su niñez - comenzó con la heroína
tan joven que a los quince nadie daba
un duro por aquel adolescente -.

Antonio lleva limpio algunos años
pero no la memoria de su vida.
Su corazón de vidrio le recuerda
los negros lamparones de otro tiempo,
tiempo de habitaciones en penumbra.







Soledad

Debo reconocer
que me gusta estar solo
en la quietud ardida de mi casa.

Entonces se desliza un verso por mis manos
y las paredes alzan su pupilas
sobre la cordillera de mis hombros
para observar curiosas lo que escribo.
Las tardes atraviesan los relojes
con lentitud de ave y las historias
despiertan de los libros como genios azules
al notar la caricia de mis dedos.

Me gusta la penumbra del pasillo,
tiene esa certidumbre de que algo
se encuentra siempre a punto de ocurrir
cuando la habito.
                           Entonces el espejo,
mercenario incorrupto de la vida,
va apagando las velas que encendieron los años
sobre un pastel de niebla y de silencio.
En ese estanque trémulo de vidrio
me reconozco.

Las fotos que descansan en las mesas
me llaman por mi nombre, alguien ha muerto
en el paisaje sepia que cuelga en la pared
y no quiere marcharse hacia el olvido
- una copa de vino se levanta
y brinda con el aire -.

Me gusta disfrutar la soledad.
Entonces guardo
un buen puñado de palabras
para tiempos peores
y voy gastando compulsivamente
las palabras de Luis, Felipe, Luis Alberto,
de Jaime o de Javier.

Me gusta disfrutar la soledad.
Porque la soledad lleva en su sombra
la desnudez del cuerpo que nos vive
sin aristas,
sin esquinas,
sin tiniebla,
y nos ofrece la oportunidad
de conocernos a nosotros mismos.

Entonces pienso en ti
y la casa lamenta mi derribo
profundamente.





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