MARI ÁNGELES CASTILLO ROMERO
Nació en Málaga (Totalán) en 1976. Estudió Administración, pero muy pronto sintió la llamada de la Poesía. Colabora en diversas revistas literarias y ha sido incluida en muy distintas antologías, como “Utopía de la artes”, “Rebalaje”, “Variaciones”, etc. Ha realizado lecturas poéticas en toda Andalucía, participando en diversos programas culturales y televisivos. Dirigió el programa de radio, “un mundo llamado Poesía”. La Diputación de Málaga y el Ayuntamiento de Totalán han publicado un libro que recoge su obra juvenil: “Desde la cuna de Totalán”. Ha sido incluida en diversos colectivos literarios y su poesía ha obtenido diversos Primeros Premios.
Senda de los jazmines
Llegaste, de repente, con el sol de primavera
y aguardabas las horas
hasta llegar al tumulto de la noche,
donde tu mirada se mezclaba con el vino
de las copas mágicas de aquella estancia.
No llamaste a la puerta de mi locura,
ni tampoco ausentaste jamás la palabra poesía.
Te enredaste con dulzura entre la blanca senda
de acogida hacia mi pecho.
Aprendí a bordar sentimientos de jazmines
que me sorprendieron en ese punto del camino.
El levante nuevamente me trajo
mi tan perdido fuego
y el llanto feliz que me encarcela
a tu cuerpo cada vez más...
Nuestro amor es un recinto secreto
donde con júbilo se enlazan nuestras almas
cada vez mas cerca de la gloria.
Alma que devora la impaciencia
del desnudo silencio de mi cuerpo,
espejo de sonrisas en madrugadas
donde, inacabada, una lágrima se hace luz.
Pensamientos de algodón
en los abismos
del que ciega su perfume
al deseo
de desgranar las tormentas
que, en el aire,
buscan horizonte a los refugios.
Suena un arpa.
¿Quién mira al cielo
donde retoza
mi corazón escondido?
El comos está lleno de balcones
donde palpitan las blancas alas
pobladoras de la noche.
Soy ahora un retrato de mármol
donde albergar las flores
húmedas del recuerdo.
SOMBRA MUDA
¿Por qué sueñas con los ojos del mundo
y gritas con su voz en la sombra?
Atónita y perdida la esperanza
ciega de respuestas
e indomable lucha agotada.
¿Por qué finges caminar por el tumulto
de calles quebradas y vacías,
culminadas de ojos que perfilan
el hilo translúcido de la ira?
Son tenaces la aurora y la noche
que doblegan tu locura confundida,
que reavivan el tormento desterrado
del pudor, de tu sangre
y sus cenizas.
LAS ESTRELLAS
La noche se extiende oscura,
y un gran río negro
sigue su corriente
sobre mi cabeza.
Miles de pupilas brillantes
guardan La Tierra desde el cielo.
Me confortan sus destellos dorados
y me sorprendo ante la belleza
de una fugaz bailarina
danzando con su falda de tul blanco.
Quisiera capturarlas con mi anzuelo
y subir los peldaños de una gran escalera
para conversar con ellas
de mujer a mujer.
¡Les pedí tantos deseos!
¿Por qué ni un instante concedido?
De secretos está lleno el cielo.
De errantes promesas y esperanzas
aferradas a su fría luz.
La noche se extiende oscura
y un tul de alfileres
sobre mi cabeza.
USURPADOR DE MIS DESVELOS
Esta mañana,
la luz se asoma diferente tras las cortinas,
el aire tiende a colarse serpenteante por mi habitación
y travieso juega con mis cabellos.
Baila aire pagano.
Fuego frío.
Lengua invisible.
Usurpador de mis desvelos. . .
Bostezo la noche
y descalzo las sábanas de mi ceguera.
UN DÍA CUALQUIERA
Hay una luna nueva que gira en algún cielo,
aquí sobre el asfalto
una calima ardiente e invisible
se adueña del paisaje y nos abrasa.
Mi cabeza cobija un pandemónium
de estridentes sonidos y voces de ceniza
que me asaltan, cual brutos,
en los largos paseos a solas con mi perro.
No pondré por escrito la furia de un canalla,
ni el peligroso tour que surge en las aceras.
No diré que he temblado, ni tampoco
que muero de impotencia muchos días.
Atardece,
un sol débil traspasa los álamos y el río,
la luz se difumina
como en un cuadro exquisito de Monet.
Me voy a caminar,
quién sabe en qué momento
no volveré jamás a escribir un poema.
¡Qué serafín de llamas busco y soy!
Federico García Lorca
I
Prueba esta cereza dulce y fresca.
Tómala. Pasa por su tersa piel,
ya entreabierta, tu lengua,
y muérdela despacio entre las ramas.
En primavera no hay prisa.
¿Sientes cómo se desata?
¿Cómo late?
¿Cómo se deshace?
¡Tuyos son los besos
que se derraman!
(Inédito)
II
Toma esta canción,
aprende su salmo.
Arrodíllate y coge sus alas,
siente el latir que emana.
Busca refugio y comulga
con esa miel que te entrego.
Éste es el cáliz de un cuerpo.
Embriágate. No hay mas luz
que el dulce fuego de esta sombra.
(Inédito)
III
Entra y llueve
para que vuelva
a florecer la tierra.
Ven, baja, señor.
Ésta es tu casa, toma
lo que quieras, abre la tierra
y que, como un pájaro,
todo tiemble
(Inédito)
IV
Toma este sonrosado
silencio, esta granada
que de madura, en su dulzor,
ya duele. Coge
su corazón, rompe
su velo y ahonda
tiernamente en su fruto,
es un recuerdo
para mañana.
(Inédito)
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