Gonzalo Fernández Gragera
Nacido en Sevilla en 1991, su infancia son recuerdos de un patio de la ciudad, donde no maduraba el limonero, pero sí un desmesurado interés por la literatura y la cultura en todos sus ámbitos.
Sus primeros versos son escritos a la temprana edad de doce años. Su actividad literaria posee como pilares fundamentales e insustituibles a sus maestros Francisco Robles y Antonio Rivero Taravillo. Cursó el bachillerato en el colegio Santo Tomás de Aquino y actualmente cursa sus estudios universitarios de Derecho en la Universidad de Sevilla.
Autor de los poemarios Génesis y La vida y algo más. Ha colaborado en diversas revistas de poesía y periódicos digitales. Fundador y editor de la web “Andaluces, regeneraos: cuaderno para la regeneración política, económica y cultural de Andalucía”
ANTICUARIO
Tu memoria es el tiempo
de esta luz de noviembre.
La prensa sin esquela y la escuela sin libros.
El umbral del zaguán y el silencio del patio:
sus ofrendas de paz han sucumbido.
Caducos son los gozos,
efímeras riquezas.
Sic transit gloria mundi.
Extraño has entrado
en una tierra extraña.
Camposanto sin ánimas
ni engreídos cipreses,
la certeza en la muerte
de un vivo tenebrario.
La muerte es una empresa:
el mercader consagra
el precio del olvido.
Arrasan y profanan
en estos inventarios
huérfanos de un hogar,
sin nombres; ni apellidos.
Sic transit gloria mundi.
El anticuario es un naufragio
donde brilla la ausencia en él perpetua.
Génesis de Gonzalo Gragera
por Antonio Rivero Taravillo
En mayo, como los niños vestidos de marinero (correteantes homenajes, sin saberlo, a Rafael Alberti), el joven Gonzalo Gragera, que ya luce barba, ha celebrado su primera comunión; él ante otro altar, el de la poesía. Hace pocas semanas se ha convertido en autor édito, con una colección de poemas escritos antes de cumplir los veinte años. La partida de nacimiento de sus estrofas nos habla de una madurez mayor de la que da fe el Registro Civil.
Génesis, este su primer libro, es más que un cuaderno de solventes ejercicios y ya acredita a un poeta que conoce el oficio y que ha tenido el acierto de embridar la expresión en versos medidos (que es gran maestría, como dijo otro Gonzalo, el de Berceo). Tornea Gragera los pentasílabos, los heptasílabos, y da forma a buenas soleás y construye sonetos irreprochables, con un envidiable control del ritmo.
Los temas que se posan en este estreno poético son el amor, ya teñido a veces por la melancolía y la nostalgia -tan pronto-, más la rebeldía ante el mundo y el medio nativo, del que el joven poeta es parte integrante al tiempo que, por lo que se trasluce en los versos, outsider peleón y disconforme. Otro tema procesiona en el volumen, y escojo bien la palabra: son varias las muestras de devoción por la Semana Santa (en mi opinión, los sonetos más débiles del conjunto).
Se acoge el poeta a las sombras tutelares de Bécquer y Cernuda, incluso a la corrosiva y autorreferencial de Jaime Gil de Biedma ("Contra el imbécil de Gragera"), y hay también un aire manuelmachadiano lo mismo en el acento de desencanto que en la música del verso.
Se equivocaría el poeta si creyera que ha llegado con esta publicación a alguna meta: sólo se trata de un primera etapa. Pero yo creo que él es ya consciente de esto, como el título del libro da a entender. Debe ahora olvidarse de hacer carrera literaria, que es el camino más divergente del que conduce a la verdadera poesía, y centrarse en abrirse a nuevas influencias, a modos distintos, a liberarse de corsés que poco a poco dejará de ir necesitando, a la decantación. Se lo dice quien compartió con él tardes de un taller de poesía al que ya llegó con sus manojos de versos y brindándonos el asombro de hallarlos ya tan granados. Entre tanto, qué buen sabor dejan muchas de estas páginas, como la de "La playa", la de "Era simple" o la brevemente tintada bajo el título de "Cuestiones":
¿Por qué cuando te miro
Tengo una mano en el ayer
Y en la otra el infinito?
Título: La vida y algo más
Ediciones de la Isla de Siltolá
Colección TIERRA, nº 35 (Poesía)
Sevilla, febrero 2015.
Gonzalo Férnandez Gragera es poeta. Eso es innegable. Un poeta sevillano en el mejor sentido de la palabra. Porque su poesía bebe de tres manantiales que no fallán jamás: Bécquer, Antonio Machado y Luis Cernuda. Ahí está lo mejor de la poesía sevillana... y española. En los versos de Gragera surgen los ecos de ese romanticismo tardío de Bécquer que sirvió para despojar a la poesía de la hojarasca neoclásica y del barroquismo que ya no tenía sentido alguno, ese lirismo que eleva al poeta hasta convertirlo en la voz que interpreta el mundo. El simbolismo machadiano se aprecia en su forma de hilvanar el verso con una serenidad y una profundidad impropias en alguien tan joven... si no es poeta, claro está. Y Cernuda aparece en esa rebeldía ante el mundo que desgarra el interior del ser para disociarlo en las dos categorías cernudianas que explican -y dejan resolver- tantas dudas: la realidad y el deseo.
(Del prólogo de Paco Robles)
"Las librerías: los Estados
más democráticos que existen".
Entre sus poemas se cuelan estos aforismos o greguerías que él prefiere llamar, atendiendo a su apellido, "gragerías". Copio tres de ellas, sugerentes y con su pizca de magia:
La torre es un reloj a las seis en punto.
* * *
Ella, la playa dócil y piadosa. Él, un golfo que siempre retornaba.
* * *
Las letras en cursiva: vendaval en las palabras.
CUESTIONES
¿Por qué cuando te miro
tengo en una mano el ayer
y en la otra el infinito?
(De Génesis)
LA LIBRERÍA
A Fernando Iwasaki
Las librerías: los Estados
más democráticos que existen.
Nuestro librero cuenta las hazañas,
el hito del negocio literario.
Aquel libro, de Marx, ha convivido
un año con las páginas de Friedman;
ambos han sacudido los bolsillos
de un universitario trasnochado
e idealista....
Y no hubo contienda ni conflicto
el tiempo que estuvieron dialogando.
Quizás alguna broma algo mordaz,
el discutir irónico y burlesco...
y poco más.
Un día del invierno, bajas temperaturas,
Góngora se cobija
en un endecasílabo famoso
de Quevedo.
No estorba la nariz superlativa,
el ingenio satírico del verso.
Las librerías: los Estados
más democráticos que existen.
Escritas están todas las ideas
en silencio. En calma.
Y en libertad.
(De La vida y algo más)
LEVE RETRATO DE UNA PLAZA
Una fuente en la plaza
con su música y su canto.
La cal. El parterre. La acacia.
Los veladores. Los geranios.
El camino pedregoso
inundado de guijarros.
Y el olor a tópico y leyenda
en la flor, aún imberbe, del naranjo.
(Inédito en libro)
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