Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

miércoles, 4 de noviembre de 2015

JUAN PEREGRINA MARTÍN [2.139]


Juan Peregrina Martín


Juan Peregrina Martín (Granada, 1978) es filólogo, D.E.A. en 2005 con un trabajo de investigación sobre los referentes poéticos en la obra de Leopoldo María Panero.

Ha publicado los siguientes libros: A deshoras (Granada, Diputación de Granada, Colección Genil de literatura Diciembre, 2000), Soledad amante destino (Granada, Editorial Ficciones, Colección «Escalera del agua», Mayo, 2006), Estigma y artificio (Melilla, Editorial GEEPP, Septiembre 2014),  Libro carmesí de las XXI cantatas sacrílegas (Londres, diciembre, 2014: edición no venal, de 20 ejemplares, numerados y firmados por el autor, diseñada y producida por Luis Castellón).

Otros libros publicados en colaboración son Vozetos (en colaboración con varios autores, Motril, Granada, 2001), Granada en cuento (en colaboración con varios autores, Granada, Ediciones Dauro, 2002), El perfil del naipe (Homenaje a Miguel Aparicio), (en colaboración con varios autores, Granada, Ediciones Dauro, 2005), Diego Velázquez (Granada, GEU Editorial, 2009), Los años compartidos (En homenaje del poeta Juan J. León), (Granada, Alhulia, 2010), Pablo Picasso (Granada, GEU Editorial, Granada, 2010), Antología poética en honor a Elena Martín Vivaldi (Granada, EUG, 2011) y Goya (cuaderno de arte, GEU Editorial, Granada, en prensa).




Poética

    
IX

Desnudo, vil, profano.
La soledad que busco.
Dudo de mí, de todo.

Sé que soy
oro cano
como dijo el maestro,
nada más cuando escribo.

Y me duele mi edad.
Y me duele saber
que aún me falta mucho.

Y piedras e impaciencia.
Y locura y silencios.
El vivir cada día.

Me moriré escribiendo,
chillándote poemas
escritos en esquinas.

Ayer.

(De A deshoras)





Jesús Montalvo e Isaías Gálvez entonan una despedida conjunta

Después del laberinto en las tabernas
acecha la memoria y el latido:
memoria lenta de cimbreantes piernas,
latido raudo en borbotón fundido.

Después de las canciones sempiternas
y espejos diferentes, lo que ha sido,
fue herejía y será por las internas
arboledas sucintas del olvido.

Minotauro precisa laberinto
para el mito marcar en la memoria
del espejo que fuera nuestro nombre:

hereje la canción del vino tinto
con las notas sencillas de la historia
y la difícil condición del hombre.

(De Estigma y Artificio)




  
VII

Metáforas del color

                                                                     Para A.V.E.

Los homéridas no supieron
de sus caderas: mejores diosas
hasta sus andares, albas y rosicleres
las ganadas posiciones,
amantes uterinos,
mástiles que pintara Böcklin.

Tiresias fue ambos del placer y lo supo:
como recitaba Lope despreocupado
del movimiento cinco veces verde,
del final de su cintura,
confundiendo adrede el amor,
el deseo, la ceguera.

(De Libro carmesí de las XXI cantatas sacrílegas)



                                        Oh, bellos enemigos…
                                        Conozco la sentencia del injusto,
                                        mas vislumbrar el crimen es ceguera:
                                        ¿nacer? quizá; porque vivir, seguro.

                                                                    Isaías Gálvez


Laberinto es mi rostro,
soledad mi destino:
mi padre fue salvaje
como mis labios híbridos.
Disintiendo del mundo
recovecos fatigo:
interminables salas
de gemelos ladrillos.
Me visitan cadáveres
futuros del sentido:
nos encontramos solos
en mitad del camino.
Condenado a vagar
consumido por ritos,
ritos de indiferencia
y guerra de latidos.
Ziz-zag son mis arrugas,
y niebla mi destino:
momentos de ceguera
en cánticos sanguíneos.
De siete en siete entran
del sol a mis colmillos:
la luna es de metal
en vísceras extinto.
Pezuñas litográficas
conjuran el olvido,
recito historias hímnicas
del mundo y sus designios:
recuerdo un mundo absurdo
y sonrisas de niños,
petrificadas lámparas
que en la memoria humillo.
Amanita y rencor
muscaria de trïunfo:
canto con la tristeza
que aporta el esclavismo.

Espero que liberen
o que ocupen mi sitio:
espero un cambio o muerte,
un jazmín o un delirio:
ansío cuerpos núbiles
y una esperanza ansío,
pues cómo vive el hombre
si alfanjes son su signo.
Pero yo no soy hombre
ni humanos son mis gritos:
carnívoro animal
alimento de símbolos.
Mi sino es soledad,
mi rostro, laberinto:
en lucha ambos copulan
por la estirpe del mito.
Dejadme libre, pues,
liberadme os exijo:
cumplid con la lectura
en el altar antiguo:
la recompensa es alta
si el héroe surge altivo:
qué importa ardid o nombre
si acepto el sacrificio:
dejadme muerto y muerto
recordad mi suplicio,
pues agónico canto
“oh, bellos enemigos…”

(Inédito)




Para Aureliano Cañadas

Yo quisiera tener la Doble vida
de Aureliano Cañadas. Yo quisiera
predicar de memoria, por ejemplo,
los mandamientos de mis experiencias.

Y quisiera escribir Contra Domene
como si únicamente el tiempo fuera
placer de dioses inmortales: hombre
soy: rutina o cadáver o sorpresa.

Rutina por melódica metáfora,
cadáver compitiendo con las letras
que al hombre sirven para amar verdades
sorprendiendo al lector que amó de veras.

Quisiera al fin como Aureliano el cieno,
y tras justa palabra hacerlo néctar
del que bebiera incluso el enemigo:
mas, Diamantinamente... en un poema.

                                                         Mayo 2013, inédito





Donde el poeta, asombrado, medita

                      Para mi admirado Víctor Sosa

No es que el tiempo detenga el pensamiento:
Juan Ramón intentaba con acierto
manipular la eternidad, y muerto
el sexo ¿qué posible ayuntamiento?

Como triscar sin la conciencia mala
de la hierba y la cabra: la sonrisa
se tuerce en la retina que divisa
azules rictus (música si empala).

Previsores pulmones saturados
de verdad y de día y decisión:
vendidos, alquilados, los castrados

vates mendigan vil metal, París
y el cabaret, Florencia y la razón
ilógica y bendita del haschís.

(inédito)



           
Galope carmesí

Para Narzeo Antino y Fernando Soriano

Lecturas tantas, luchas suficientes,
mitos erguidos contra el páramo
capital y soberbio, crueles días,
insomnes horas a pesar del canto;

misión del verso fuera entonces
justificar venganza y filo lánguido
fuera aterida sangre al puño:
traidores no merecen justo trato.

Silencio: con razón la noche encauza
de rojas crines, poderosos cascos,
-galope carmesí devora entrañas-
de surtidoras venas su caballo:

por rotundo animal el preferido,
por verdadero ser el adorado.

                (inédito)



.

2 comentarios:

  1. Gracias por ese hermoso soneto con ecos de Quevedo y Juan Ramón!

    ResponderEliminar
  2. Un placer, Víctor: te seguimos leyendo y sorprendiéndonos y seguimos trabajando en nuestros textos, ya sabes
    Un abrazo.

    ResponderEliminar