Alfredo Lombardo
Nace en Jaén y se inicia muy pronto en la pintura. Estudia Bellas Artes en las escuelas superiores de Valencia, Barcelona y Sevilla. De esos años son sus primeros poemas que escribe alentado por el descubrimiento y la lectura de los grandes poetas españoles de ese siglo y no sólo de ellos. Es a partir del año 2000 cuando empieza a dar a conocer su poesía, sobre todo de manera oral en múltiples recitales y encuentros, colaborando con diversas instituciones. En 2011 publica su primer libro 2010 Poesía, en el que recoge la poesía escrita en ese año e inicia después la publicación de Cuadernos de Valparaíso que recogen los poemas escritos sobre ese valle y su río, y de los que ya han salido dos títulos. El resto de su obra, casi en su totalidad inédita, espera su próxima publicación.
Paseo con perros
Tiempo de descansar serenamente,
de abandonar, un día, tanto orgullo.
Lejana voz, acariciante arrullo,
-el alto monte, la escondida fuente-.
Voy caminando –mediodía silente
por donde no padezco mío ni tuyo.
No corre un río, solo su murmullo…
Ahora, ya río, cruzo su corriente.
Mi jauría, feliz, vuelve a su origen.
Levantan su cabeza bajo el cielo
-por su alegría y su nariz se rigen-.
Y yo con ellos, bajo el mismo cielo,
dejo los pensamientos que me afligen,
en la tierra –y en ellos- mi consuelo.
Parada
La TV siempre enchufada
y el Cristo siempre en la cruz:
esto es un bar andaluz.
Andalucía no tiene tiempo.
O tiene el tiempo preciso
para contar con la vida:
el tiempo no es oro, es vida,
según el modo andaluz.
Presidencia europea
Que venga Europa y lo vea
porque yo no veo a Europa.
Veo europeos por la calle
-en su acento se les nota-.
A alguna europea que quiero
yo la quiero a la española,
que es quererla sin fronteras
y a ser posible sin ropa.
Europa viene a mi barrio
pero yo no voy a Europa.
Yo soy un europeo atípico,
más que nada por mi idioma.
Tengo intereses comunes
con todo el que duerma y coma,
lee la prensa, bebe vino,
llora, ríe y se emociona.
Pero creo que, propiamente,
esto no define a Europa.
Lo que define esa Unión
debe de ser otra cosa.
El aceite, el pan, el vino,
el queso, el jamón –su aroma-,
son la patria, el continente
del que los prueba y los nombra.
Europa a mí me defiende
de lo que me ofende Europa.
Si España me robó a España,
¿qué es lo que me queda ahora?
La lengua con que lo digo
y el corazón que desborda
continentes y fronteras.
Porque la tierra es redonda.
Tu palabra
A Miguel Hernández
Cantamos con palabras
que pretenden la vida,
que definen la rosa,
que recuerdan amor.
Pero oyendo las tuyas
se desprende lo vano
y aparece desnuda
sobre el mundo la flor.
Flor de un día, que dijiste,
sol del alma sin rejas,
(pobre cuerpo enjaulado,
ansia y vida y dolor).
Me redime del mundo
tu sencilla palabra,
precipicio en acecho,
resuelto corazón.
Al lado de tu hombría,
me parece este mundo
un simulacro triste,
una triste ficción.
Vuelvo a oír tus palabras
que disipan la niebla,
que barren de la tierra
la mentira y traición.
Hubo un hombre de veras
en la españa reciente
donde la turbia envidia
de sangre se sació.
Fiera España que aún vive
solapada y cobarde,
-bajo amable apariencia
insaciable ambición-.
Vuelvo a oír tu palabra
y el alma se me turba
como se turba el alma
cuando llega el amor.
Me redime del mundo
tu sencilla palabra.
Oyéndola yo escucho
la voz del corazón.
El puente
Después de la lluvia cantan
los adoquines del suelo
y las banderas, ya secas,
vuelven a ondear al viento.
El cielo se pone oscuro
-aunque no se pinta el pelo-.
Copan calles, pueblan plazas,
rebañitos de europeos.
¡Son vísperas del Pilar,
cuando aquel descubrimiento!
Un puente de cuatro días
pone en pie a los hosteleros.
Granada ¿quién eres tú?
Si hubiera respuesta a eso,
no destrozarías tu vega
sin importarte un pimiento;
dejarías en paz tu sierra,
nevada de artificieros
por no esperar a que nieve
cuando lo disponga el cielo.
Granada se echa a dormir
y se despierta durmiendo;
anda sonámbula y bella
por las esquinas del sueño.
Granada ¿quién eres tú?
Si hubiera respuesta a eso,
no serías tú Granada
ni me llamaría yo Alfredo,
ni andaría yo por tus calles
tira(n)do de mis tres perros.
Después de la lluvia cantan
los adoquines del suelo.
El sol se esconde y se asoma
burlando al hombre del tiempo.
Y la crisis, despechada,
porque no acobarda al pueblo,
acaba entrando en un bar
desoyendo a Zapatero
Olivo
Falta un olivo en mi puerta
y yo lo voy a traer
del Barranco de los Negros
donde lo he visto crecer.
A ver si él me trae el aire
de la tierra que dejé,
tierra de olivos y calma
en la infancia de mi edén.
Moreno fruto de vida,
verde rama del querer:
aunque de ti me alejaron
nunca de ti me alejé.
Falta un olivo en mi puerta
y yo lo voy a traer.
A ver si él me trae el aire
que yo perdí sin querer.
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