Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

viernes, 19 de diciembre de 2014

LUIS DE RIBERA [2.052]


LUIS DE RIBERA 

Sevillano. 1555 - 1629.

Poeta sevillano, autor de un conjunto de poemas que, bajo el título de Sagradas poesías, apareció editado primero en Sevilla (1612) y luego en Madrid (1626). Escribió también los poemas Los nombres simbólicos de María Virgen, De la santidad y gozo de la gloria, De la virtud heroica y una serie de sonetos de asuntos bíblicos.


Del ciego error de la vida pasada

Del ciego error de la vida pasada
salgo a puerto de nuevos desengaños:
seguí mi antojo y conocí mis daños,
enferma la razón, mas no perdida.

Resisto la costumbre envejecida
que sabe despeñarme en los engaños,
que por mi mal amó tiempos y años,
pasados en deshonra conocida.

Y en tanto vituperio como ofrece
el muerto fuego, que las gentes vieron
entonces abrasarme con mi afrenta,

siento el dolor que en la vergüenza crece,
temo enemigos que vencer pudieron,
y lloro aun libre de tan gran tormenta.






De la formación de Eva y de la Iglesia

Dar quiso Dios al onbre compañía
igual en dignidad y hermosura
y para componer tan gran figura
sueño y saber a un tiempo le infundía

De su costilla la muger hazía
sabia, linda y onesta criatura;
y el onbre arrebatado en su dulçura
"Mi carne eres y ueso" le dezía.

Mas el misterio de tan alto efeto
en Cristo y en la Iglesia, aventajado
al sacramento hizo y atadura,

Que en la cruz, descubriendo este secreto,
al penetrar el hierro su costado
sacó otra esposa, eterna, santa y pura.






De la salida del Paraíso de los primeros padres

Padres tristes, mesquinos, miserables,
cubiertos de dos pieles salvaginas,
provando en nobles plantas las espinas,
caidos los sus rostros venerables,

el cielo, sol y luna lamentables,
de su felice estado las ruinas
echados por justicia a peregrinas
tierras no conocidas ni tratables.

Paráronse a mirar a poco trecho,
el lugar de su antigua gloria muerta,
y apena alzaron los llorosos ojos

cuando dixo el varón con sabio pecho:
Para que buelva a ser tu entrada abierta
sangre ha de quebrantar esos cerrojos.





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