Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

miércoles, 23 de mayo de 2012

1310.- JOSÉ MARÍA ALVARIÑO NAVARRO


Nace en Córdoba el 30 de abril de 1911. En la noche del 28 de octubre de1936, contra lo previsto, volvió el camión de la muerte, y se llevaba a diecinueve personas más. Entre ellas iba un poeta joven, de veinticinco años: José María Alvariño.

Nieto de un gallego en busca de fortuna, vio la luz por primera vez en el número 11 de la popular Plaza de San Pedro, en cuya iglesia ayudaría como pícaro monaguillo cuando no daba improvisados pases de salón en el Club Pechete (donde su padre improvisaba también tertulias taurinas, entre medio y medio de la taberna que allí había). Lo dice el poeta, emulando a Machado, "donde hay vino, bebo vino". Pero es un "vino" símbolo. Sólo anís bebe.

Su madre leía con fruición, que transmite al hijo, con escaso beneplácito del padre. El resultado, en muchos casos, era la particular llama purificadora. Porque gastaba mucha luz; sin embargo, D. José, maestro de la calle del Poyo, con D. Pedro, también maestro -calle Cedaceros-, contrarrestaron tales reacciones.

De la calle Cedaceros, segunda vivienda, a la calle Horno del Agua nº 10 hoy 1. Muchas lecturas más, además de gustos considerados exquisitos por el común té japonés, tabaco en cachimba y pijama de seda. El final del peregrinaje fue el taller del periódico La Voz, diario republicano, que se editó hasta mediados del año 1936. Era un trabajo de tarde-noche, en un diario de dos ediciones. Y la noche un buen pretexto para juntarse con los amigos: Manolo Montoro, hábil recitador; Manuel Carreño Fuentes, imprescindible acompañante, fue el que le presentó a García Lorca; Juan Aguayo García, el pintor; Pepe Medina, de la Tipografía Artística San Álvaro; Pepe "El gitano" en la firma de colaboraciones periodísticas; Sierra, el librero anticuario,...

García Lorca se asomaba por Córdoba en ocasiones -unas eran las conocidas por todos, y otras sólo por algunos, como Alvariño-, y se paseaba y cambiaba impresiones con el que era amigo y seguidor ferviente. No todo era luz de luna, que también a pie quieto hilvanaban conversaciones. Regina era el punto de reunión -o el restaurante de Miguel Gómez, cuando el pecunio lo permitía-, según nos aseguraba el poeta Juan Bernier.

Alvariño, que llegó a ser presidente de los tipógrafos cordobeses, era de una proverbial generosidad, presto a socorrer al compañero necesitado; hasta el punto de renunciar a su paga semanal para socorrer a sus compañeros en paro. La generosidad iba pareja con la inocencia, que le costó la vida. Porque llegó a pensar que escribir en Azulera el salvoconducto definitivo en época de palos de ciego y "al que le dé que perdone". Una noche llegó a los sótanos del periódico el terror fatal de Don Bruno arracándolo de su linotipia, al ser detenido y fusilado en la madrugada de 28 de octubre, como fue igualmente fusilado un mes antes su querido director Pablo Troyano Moraga, contaba la joven edad de 25 años. Dejó la atadura familiar añadida de una mujer (Amparo Pérez Baños) e hijo José, y otro por venir (no llegó a conocer a su hijo Rafael,). Vivía en la calle Queso nº3 Dp. hoy 11, y su prestigio naciente como poeta -mencionado por Francisco Moreno Gómez- le hizo confiarse, al año de publicarse Canciones Morenas (ed. Imprenta La Ibérica. Córdoba, 1935. (Como un homenaje anticipado de los amigos, en octubre de 1935.

La reconstrucción de la obra del poeta ha sido posible a partir de conversaciones con personas que lo conocieron, fotografías del momento, textos escritos por él, y un ejemplar original de Canciones Morenas, título reeditado por el Ayuntamiento de Córdoba en 1987 bajo la dirección del profesor Juan Pérez Cubillo. En 2006 la Diputación de Córdoba realizó una edición facsímil de Canciones Morenas.

Escribía también bajo el seudónimo de "Bestenebros".




Su Poesía

Se expone un verso de Canciones Morenas del librito sufragado por Publicaciones del Ayuntamiento de Córdoba, Area de Cultura y publicado en 1987 por la Colección Violeta.



A CONDICION

Como si fuera un castigo,
porque tengo mi mujer
y no puedo hablar contigo.
Con este huir de las gentes
y este afán de buscar sitio...
¡nochecitas al relente!
Si, amante, te lo digo:
aunque nunca sea tu novio
podré ser siempre tu amigo.
Y seré siempre tu amigo
porque quiero que me quieras,
pero nunca tu mendigo...




A modo de intuición Alvariño escribió este verso sobre su muerte.

El día que yo me muera
que me entierren en la calleja...
por la calleja del Amparo,
seguida y a mano izquierda.
¡La callejita del Arco,
vigía de la Ribera!.
¡Ah... y que sean los funerales
el responso de un cantar...
de un cantar por soleares!

Archivo:Canciones Morenas I.JPG



Prosas sobre la Feria

I

Días de Mayo, alegres, bulliciosos, en que el cielo se extiende sobre la ciudad en un añil intenso, y el sol cae ardoroso derramando flecos de luz en las mañanas aromadas de acacias Córdoba está en fiestas. Sonríen las rosas de sus jardines, sonríen sus hermanas en la tierra: las mujeres, y sus labios son capullos rojos, sensualmente rojos...
Vemos la extensa pradería invadida de ganado, que serpentea en el fondo entre recodos oscuros, blancos, cenicientos... Tipos castizos, con el junquillo en la mano, trazan arabescos en el aire, mientras cierran su tratos...
Y desfilan jinetes en caballos postineros entre el rítmico repiqueteo de elegantes jaquillas montadas por aristocráticas amazonas coronadas con chambergo cordobés.



José María Alvariño Navarro

Artículo sobre José María Alvariño

II

Ambiente calcinado; tardes de toros; aliento de mujeres, movimientos perfumados, enervantes. En los palcos, la policromía chinesca de los mantones; revuelos de abanicos, y claveles, entre las peinetas y sobre los senos que adivinamos bajo las sedas, con temblores ondulantes...
Se impacienta el coso. Imterrumpe la música, y surge al ansiado cortejo de polichinelas vestidos de oroplata. Brama la fiera: relámpagueos de luces en los trajes dorados, y el toro se pega a los pliegues de un capotillo sedeño que maneja un estilista entre el clamor de los aplausos. Miles de pañuelos flamean en el aire, y las flores de las toilettes femeninas caen a los pies del triunfador.
Después, como un apoteosis de vida, el desfile. La belleza de ellas sonriente, en los coches abiertos, sobre las capotas; los pañuelos de sedosos flecos se ciñen besando la cintura cimbreante. Homenaje de piropos, el florilegio galante deshoja sus pétalos de admiración ante la mujer cordobesa...

Archivo:Alvariño II.jpg
Dibujo de Alvariño por Aguado



III

Noches de Mayo galanas y con amor. Jardines iluminados donde la arboleda mece su renacer florido entre la ilusión palpitante de los gallardetes que ostentan en triunfo la gama-rojo, gualda y morado- de sus estandartes.
Ríe el baile en las típicas casetas. Hay humo de buñuelos y fuegos de verbena en surtidores de oro; vuelan los columpios con vuelos de risas, y se exhiben al desgaire las torneadas piernas.
La orquestina del circo preludia un pasodoble; en las ondas del aire el saltimbanqui ejecuta, fugaz, sus piruetas, y al salto mortal resplandecen las lentejuelas.
En la lámina azul de la noche, como una farola, la luna lunera. Y rasgueos de
guitarras, y ecos de canción añeja.
El nardo en la mata perfuma de sensualidad las noches morenas; entona su sintonía la Primavera... Juntas transcurren Juventud y Feria.


Mayo 1931
J. Alvariño





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