Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

miércoles, 23 de mayo de 2012

1294.- MANUEL CHACÓN CALVO



MANUEL CHACÓN CALVO
Nació en Cabra (Córdoba) en 1943 y murió en Málaga el 25 de junio de 2011.
Concluyó la existencia vital del poeta egabrense Manuel Chacón Calvo. El veinticinco de junio, y a los sesenta y ocho años de edad, Átrapos, la hermana mayor de las Parcas, cortó para siempre su hilo creador.

No quedó atrás su producción literaria, si no que está ahí para quien quiera acercarse a ella y descubrir la personalidad del autor y sentir las emociones que desprenden sus versos o su prosa reflexiva y aforística. Para Juan Soca la pluma de Manolo era la de un poeta hecho, la de un pensador logrado. Para el que fuera presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo de Málaga, José Luis Estrada y Segalerva, y a propósito de su novela satírica ‘La comunistiada’ (1970), Manuel Chacón era “vivo y activo, culto e inteligente, pero –todos tenemos un pero– extravagante”. Tal vez ese carácter raro o extraño, fuera de los cánones establecidos, creara a su alrededor un círculo de difícil accesibilidad que aislara al poeta, en ocasiones, de una vida social más activa; aunque siempre tuvo buena conexión con el mundo literario ya que colaboró en más de cincuenta publicaciones. En Cabra encontramos sus textos en La Opinión, El Popular y, sobre todo, El Egabrense.

Manuel Chacón Calvo cursó estudios en la Institución de Formación Profesional “Felipe Solís Villechenous”. Allí funda un periódico satírico mecanografiado, ‘Coche’, que más tarde se transforma en una publicación juvenil, sindicalista y antiburguesa: ‘Juventud y Trabajo’. Estamos ante el génesis de su vocación literaria.

Después marcharía a Barcelona y posteriormente a Madrid donde toma contactos con ‘Cristina y sus Poetas’. El ambiente de la gran capital le abruma como un ‘gigantesco absurdo’ y decide volver al Sur, a Andalucía. En la “capilla” de la Biblioteca egabrense, que dirigía el poeta Juan Soca, propone crear una Asociación Literaria Andaluza para editar libros. Da un fruto: el libro colectivo de poesía ALA AL VIENTO (1965), impreso por Gráficas Flora.

El poeta recordaba que en su adolescencia le “bullía la sangre, enloquecida de sueños y amor, del aroma embriagante de las huertas y montes de Cabra, del espejo de los arroyos y ríos, lunas de vino dorado, filosofías, estudios e ideales juveniles, y el acicate tremendo de la belleza y el embrujo femenino”. No resultaba sencillo ser poeta en las pequeñas ciudades donde siempre son tomados por lunáticos los que escriben versos, y más en aquella sociedad de su etapa juvenil.

En los primeros años de 1970 llega a Málaga, al aprobar unas oposiciones a Correos. Allí, su vida se teñirá de azul, blanco y añil y serán muy esporádicas sus visitas a Cabra, a la que prefería vivirla en la distancia y emocionarse con sus recuerdos de joven, observándola “Desde los riscos”:

El monte ha reverdecido,
y los olivos de piedra
soñando, siempre soñando
con la voz de las acequias,
besaban la cara azul
de la dulce Andalucía.

Otoño de cobre y plata…
Entre las huertas, el agua:
y arriba, en la serranía,
el eco de las esquilas
de los cabritillos negros
y las ovejas de nata.

Desde Málaga inicia una aventura editorial ubicada en Córdoba: ‘Cuadernos Béticos’; una colección de la que se editaron varios números. El último con el título ‘Fuente del Río’. En sus contraportadas una cruz con cuatro brazos iguales formados por los escudos de las ocho capitales andaluzas; en el centro un sol luminoso, y como leyenda de este hipotético escudo: Córdoba, Andalucía, España, Europa. Un europeísmo que le venía al poeta por contactos con grupos que divulgaban la idea de una Europa Unida de trabajadores y artistas.

El diario Córdoba se congratulaba, en 1975, de esta publicación que soltaba “un chorro de poesía cordobesa en la que desfilan gran número de contemporáneos de esta tierra […] que airean alegremente sus clarines y cítaras en el clásico concierto vernáculo”. Para su director, Manuel Chacón Calvo, son también los elogios del periódico: “Felicitamos al que encierra en la jaula de la tipografía la pajarera polifonía de nuestros poetas solariegos”.

‘Caracola’, la revista malagueña de poesía, recogió algunos poemas de su producción lírica. En ‘La copa de Hebe’ el poeta pide desesperadamente a la diosa de la juventud beber el néctar de su copa para aplacar su sed:

Quiero dar mis alas
hacia el aire azul,
y volando lejos,
muy lejos de aquí,
beber en tus manos
lo que en ellas vi:
[…]
Bebida tu copa,
sin verde ni rojo,
¿qué importa morir?

Pero en la frente del poeta siempre estuvo Cabra, a la que a veces siente a modo de una vieja tristeza:

Como un niño he comido
la manzana del amor,
hambriento de vida… […]

¿Dónde están las acequias
y el frescor de las huertas
de mi tierra de olivos?


La escritura de Manuel Chacón Calvo siguió la misma filosofía de William Blake
“Escribo cuando el espíritu me lo ordena, y en el instante que termino de escribir veo volar las palabras por la habitación en todas direcciones. En este momento me leen los espíritus, y mi manuscrito ya no tiene objeto”.

No fue Chacón-C. un poeta que persiguiera la gloria local; ni sus versos acogían flores de papel ni florituras estilística. Sus poemas nacían en la misma esencia de su raíz lírica y brotaban vivificados por los sentimientos.

Descanse en paz quien hizo de la literatura parte de su vida.









LA TORMENTA DE UN OCASO DE SEPTIEMBRE

Es el ocaso, ¡el ocaso que se escapa
en un desgarrón de la tormenta!

Entre las nubes de oro, aparece un mar rosado.
Un lago de plata verde lleno de rosas azules.

El agua maravillosa, etérea y desconocida,
parece como la luz del ángel de mi Ilusión
entre nubes opalinas de mil brujas y diablos.

Con las gotas frías de la lluvia de septiembre,
cruzan por los cielos rayos encendidos:

El oro y la plata,
el sol y la luna.

Los truenos de verde nube imponen su majestad

al cielo incandescente.

¡Dejadme!

No hay más belleza, ni pureza ni locura,
que en esta lucha gigante entre la luz y el infierno.

El infierno de los cielos…

El lago ya se ha perdido entre las sombras nocturnas.

¡Y con él, las rosas puras!
Y las nubes de limón…

¡Oh Dios, dame la emoción de vivir otro combate…

De soñar con esta luz.
De gritar al estruendo.











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