Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

domingo, 6 de mayo de 2012

1260.- ELOY GÓMEZ RUBE




Eloy Gómez Rube nació en 1952 en el gaditano barrio del Mentidero y muere en el año 2007. Escritor underground, inicia en la década de los 80 lo que él mismo denominara una literatura canalla, yonki y maricona, inspirada en su entorno. Según Lisergia.net, es un escritor autodidacta y autoproducido, incansable viajero por el espacio y las modas de la Vida Moderna de los últimos 30 años. Autodidacta, como él mismo confiesa, comenzó a escribir a los 12 años. Cronista de la vida urbana de su Cádiz natal, que nutre sus escritos, lleva a ellos las experiencias de sus numerosos viajes y una vida azarosa e intensa.



Genio y figura de Eloy Gómez Rube

Por Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier

Ejemplo perfecto de lo que en tierra gaditana se llama «un figura» fue Eloy Gómez Rube (Cádiz, 1952-2007). Eloy era el logos ultramoderno hecho carne: hippie pionero en los años 70, seguidor del gurú Maharashi en Londres, experto en sectas, punkie y siniestro a raíz de un concierto en Tarifa, okupa en el Berlín del muro, camello de la alegre Movida en el Madrid de los 80, yonqui él mismo en una racha mala, conserje —nunca domesticado— de la Universidad de Cádiz y escritor RADIKAL y ciclotímico (entre el frenesí paranoico y el abandono pasota) de literatura portátil (corta y escrita del tirón), que se autodefinía como místico underground urbano.

Como todo vanguardista produjo su propio Manifiesto Contrakutre (1983), que se complementa con poemas del asco vital en una línea entre beatnik y punkie con remansos tiernos. Sus Poemas Métricos, escritos en estado sonámbulo al alimón con otros dos amigos, fueron best seller a pie de metro (al que debían el nombre): muchas reediciones se hicieron a partir de la de 1982, que Eloy se autofinanció desvalijando cabinas telefónicas con su cuñado. También es autor de relatos de sexo, droga y rock´n´roll, algunos colgados en la web: La noche gaditana del divino César (para la que hizo una ilustración a tinta Enrique Costus), El motorista macarra, El santo resucitado...

Eloy llevaba a gala ser el pionero de la literatura gay en su ciudad, y en estilo colgado-viril fue de los primeros en salir del armario. EH editores de Jerez le publicó, muy poco antes de morir, tres piezas de teatro unidas bajo el título de La trilogía. Sperpento gaditano de las Vidas Stándars (2007), escritas en los 80 y retocadas en los 90. Dos transcurren en el gaditano barrio del Pópulo y son un retrato de cuando éste era poco más que un desdichado lupanar. La tercera es un paródico y surrealista «Cuento de Navidad» sobre lo que podría ser sadomaso conyugal castizo-freaky. Como albacea literaria de Eloy, me permito ofrecerles en exclusiva mundial varios poemas, inéditos si descartamos recitales y miles de fotocopias. Un poema inspirado en sus andanzas por Marruecos viendo mundo, buscando canciones, alternando con pirados y místicos, a lo Kerouac:





               Isabel

Isabel,
me debes mi saco de dormir,
         tres posturas de amor
                   y un hijo,
        recuerdo tu amplio vientre
                   enorme como un mar infinito
                         tus ojos verdes.
         Abdulah el viejo,
siempre me pregunta por ti
             allí en la montaña
         tenemos casa,
un par de gatos
                   y kif
      mucho kif,
            cuando abandones a esos locos
                        ¿adventistas?
                volverá el color a tu cara
                        y tus cabellos
                serán nuevamente largos,
                    rizados y rojo-henna.
            te digo: me debes
                       mi saco de dormir,
                            tres posturas de amor
                                    y un hijo.




Ahora, el final de «Esta ciudad no tiene futuro», muestra de la relación odio-amor del autor con su lugar natal, tan frecuente en gaditanos con inquietudes:

He crecido en una ciudad
dormida en el sueño de su historia,
he crecido en sus miserables calles casi
tercermundistas,
he crecido en una ciudad de un solo periódico
y muchos curas,
de viudas negras como un fatal presagio,
confieso que mi recuerdo es triste
gris y oscuro
como la tumba del dictador que duerme en el Valle.
Esta ciudad
                  no se mueve
                                      no peca
                                                   esta ciudad tiene tres tristes calles.
No crece, engorda
adoran la placidez perdida
se pierde el placer del presente
¡esta ciudad no tiene futuro!




Era Eloy esencialmente cosmopolita, enamorado por sistema de lo lejano y de los juegos de palabras, mejor si eran políglotas:

Danke briefträger

A la vuelta del trabajo uno viene
cansado
y gris,
no hoy
especialmente
ya que un suave Sol
de Enero
calienta tibiamente las
piedras de la calle.
Miro con renovada ilusión
hacia el rincón de mi buzón
¡Sí, había una allí aguardándome
sellada en el distrito 30 de West-Berlin!
¡Alguien días atrás me había recordado!
¡Todavía soy un tipo con suerte!
Soy un postmaniático, Danke Briefträger!
¡Gracias cartero!
Tú me has traído postales desde Australia
a Moscú
desde allí a Kenia
y en los cuernos de un astado de tus sábanas
me has traído noticias
de Canadá...
Gracias, carteros del
mundo
porque en vuestras manos
me traéis un trocito de
un corazón que te
recuerda!
Nunca rechacé la bonita
idea
de ser
kartero.

Enero/90


Un día Eloy se convirtió al catolicismo a su manera fetichista y temperamental, lo que estuvo mal visto entre la progresía local ortodoxa. Gómez Rube era, como Carlos Edmundo de Ory, un terrible niño eterno, con esa ternura egoísta, desvalida y bronca que tan bien refleja Bukowsky. Y una gran inocencia. Inolvidable Eloy.



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