Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

sábado, 27 de agosto de 2011

817.- IGNACIO RIVERA PODESTÁ


Ignacio Rivera Podestá nació en Cádiz, donde a partir del año 59 comienza a colaborar, aparte del periódico local La Información del Lunes y otros, en revistas nacionales y extranjeras, entre las que cabe destacar Caleta, Bahía, Caracola, Aldonza, Llanura, La Caña y el Vendaval, La Brocha, Manxa, Arboleda, Alhucema, Pretexto, Gaceta do Sul, Árbol de Fuego, Cuzcatlán Litoral Argentino, Norte, El Chúcaro, Letras de Cotopaxi, New Wave, etc.
Falleció en 2010




SONETO DE LA ESPERA

Te fuiste de repente, sin motivo,
luz, con la sombra, alondra, con el viento.
Como se pierde un beso fugitivo
me robaste la paz y hasta el aliento.

Tú lo sabes, muchacha, cuando escribo
sólo hablo de ti, de lo que siento,
y vivo en tu recuerdo y me desvivo
aguardando la brisa de tu acento.

La esperanza en vilo se me abrasa
mirando por la tierra y por el mar.
¡Vuelve, mi amor, si vuelves por derecho!

Siempre tendrás la puerta de mi casa
y la del corazón también, de par
en par, por si regresas a mi pecho.








PENA DE SIMÓN DE SIRENE

A Manolo López Ballester

Le ayudé, no sé por qué. Quizás fuera
por la cruz y la pena que traía
o la siega fue pronta y sonreía,
plena de azul y flor, la primavera.

Él me miraba tristemente y era
tan triste su mirada que la mía
se endulzaba en tan dulce compañía
y le seguí dichoso. Verdadera-

mente era el hijo de Dios, lo supe luego
cuando levantó su diestra y con ella
bendijo y perdonó a sus hermanos

bañándonos de luz igual que al ciego.
Que yo toqué la cruz, la mano aquella
y la sangre de Dios con estas manos.







TRAVESÍA

Pones, leve, tu mano por mi cara
rozándome los labios, indecisa,
tibia paloma hermana de la brisa
va de la boca al cuello, aquí se para

tímidamente aún, tal si dudara
su dulce itinerario y se desliza
entre la piel –el alma-y la camisa
(que no se pare, no. Si se parara...)

para seguir buscando torso abajo
en su tenaz avance el breve atajo
donde la sangre, fiel, se impacientaba

al sostenido vuelo de la mano
-ya no sé si paloma o si milano-
hasta encontrar, al fin, lo que buscaba.








M O S A I C O A N D A L U Z

Si hortelano del mar y el ancho estero
donde el sol se levanta y se arrodilla,
me salara... ¡si fuera yo alfoliero!...
Si notario del Sur, acta sencilla:

Ocho cisnes de sal por mi cuartilla
darían fe de mi huerto marinero:
Huelva, madre de América, velero.
Milagro de azahar y luz, Sevilla.

Rumor de fuente, Córdoba lunada.
Jaén, del olivar razón y huella.
Aire moruno el aire de Granada.

Abre Almería, dalia del mar, cáliz
de blanca espuma. Málaga la bella
mirándose en el mismo espejo. ¡Y Cádiz!










A LEONARDO ROSA HITA
( LLANTO Y PEREGRINAJE )

Todo es posible, sí. Tú lo dijiste:
paz, amor, canción, rosa, primavera...
Te cantaba la sangre pajarera
sin pensar en la jaula ni el alpiste.

Latido y corazón, la vida diste
por la razón del verso toda entera.
Sólo la sinrazón con su tijera
pudo cortar tu vuelo, hacerte triste.

Pero todo es posible todavía
-tarayes y arrecifes son testigos-
si salvamos tu verso en compañía.

En tu justo Homenaje nos veremos.
Porque somos, amigo, tus amigos,
y te queremos, Leo, te queremos.









SOLEARES COSTERAS

En la Costa de Azahar
aunque me huela a limones,
¡prefiero el olor del mar!

Soñando en la Costa Brava
-olas vienen, olas van-
hasta las penas se amansan.

Por la Costa de la Luz
yo tuve tan mala sombra
que me caí con mi cruz.

Y ahora en la del Sol,
sigo temblando de frío
lo mismo que un gorrión.

Voy por las playas cantando,
para que ni el viento sepa
las penas que estoy penando.



SOLEARES A LA GUITARRA

Una voz que se desgarra
entre seis gritos de pena:
hablamos de la guitarra.

Quien quiera saber la verdad
por qué llora la guitarra,
pregunte a la soleá.

Cuando murió La Sarneta,
la guitarra enmudeció
y se rompieron sus cuerdas.

La guitarra cuando canta,
¡qué tendrá de jonda y grande
que hasta la pena agiganta¡

La guitarra cuando llora,
es un mar que se desborda
y crece como las olas,

Dijo la quinta al bordón:
dile a la prima que calle
que quiero decirlo yo.

¡Mira qué cosa más grande:
en una guitarra chica
estaba encerrado el cante¡

Porque los duendes querían
la guitarra se hizo copla
y nació en Andalucía.

Albuhera

SOLEARES DEL RÍO

Porque a ti te dio la gana,
mi corazón repartido
entre Sevilla y Triana.

Éramos dos ríos malos,
y en el cauce de la vida
nuestras aguas se juntaron.

Se perdió el corazón mío
-revueltas que da la vida-
en los meandros del río.

Cuando se fue de mi vera
tiré mis ojos al río
porque llorar no me viera.

Igual que se muere un río,
solo, sin calor de nadie,
tengo el corazón vacío.

Eres sangre de mis venas.
Eres el río y el espejo
donde se miran mis penas.

Al río tiras tu pena
para ocultarla en el agua.
Pero cuando el río suena...

Tú me tienes que esperar,
como espera al agua el río
y al río lo espera el mar.

Me río del río yo:
el cauce siempre es el mismo,
el agua que corre, no.

Entre Triana y Sevilla,
el Guadalquivir por medio
y yo por cualquier orilla.







PERIPLO DE AMOR

Tú y yo desnudos. Cerca, la mar canta.
Pulsa la brisa tenue violonchelo
cuando mi boca, lúbrica en su anhelo,
con codicia de boca principianta,

navega por tu frente, tu garganta,
las islas de tus pechos sin consuelo
y naufraga en tu vientre, mar en celo.
Del abismo del sexo se levanta

un surtidor de pájaros en vuelo
en gozoso marasmo de agonía
y descansan los cuerpos laxos, mudos.

La paz del mundo cabe en un pañuelo.
El universo sigue en armonía.
Cerca duerme la mar, tú y yo desnudos.









SONETO AL FILO DE TU BOCA
“ Enhiesta la dulzura de tu boca”

Enhiesta la dulzura de tu boca
Donde libó la mía sus dulzores,
¿por qué ahora, dime, desertores,
se me niegan tus labios. Ni la roca

más dura, ni el más firme puñal poca
muerte me dan, que son mayores
tus silencios de nieve y mis temores
a vivir exiliado de tu boca.

Si me dijiste amor a boca llena,
si me besó tu boca entera y plena,
si me diste tus labios, tus sonrisas,

¿por qué pones distancias y murallas,
por qué me ves sufrir y te lo callas
sabiendo que hasta beso donde pisas?










TRAVESÍA

Pones, leve, tu mano por mi cara
rozándome los labios, indecisa,
tibia paloma hermana de la brisa
va de la boca al cuello, aquí se para

tímidamente aún, tal si dudara
su dulce itinerario y se desliza
entre la piel –el alma-y la camisa
(que no se pare, no. Si se parara...)

para seguir buscando torso abajo
en su tenaz avance el breve atajo
donde la sangre, fiel, se impacientaba

al sostenido vuelo de la mano
-ya no sé si paloma o si milano-
hasta encontrar, al fin, lo que buscaba.








EL ESPEJO

Te miro y no conozco a quien yo miro.
Veo una sombra de lo que fue Ignacio.
Frente, ojos , nariz, boca, prefacio
son de que ya, certera como un tiro,

la gran rueda del tiempo, giro a giro,
merma tu juventud, aunque, reacio,
te parezca que pasa muy despacio
cuando en verdad no dura ni un suspiro.

Pero aunque falte Dios, la voz, la rosa,
pierda vista, memoria peregrina,
aunque no pueda andar de puro viejo,

siempre será la vida tan hermosa
que mientras pueda ir de aquí a la esquina,
aunque sea arrastrando, no me quejo.









LA BUENA NUEVA

Esta Nochebuena fría
ya no tiene la fragancia
ni el calor con que en la infancia
por la sangre me subía.
¿Si será que la alegría
se gasta como el cariño...?
A mi corazón le riño
y el alma se desespera
pensando: ¡Ay quién pudiera
volverse de nuevo niño!

¡Oh mi Niño en el olvido!
Yo creía que tu amor
se me olvida -¡ay dolor!-
y por eso te he perdido.
mas, Nochebuena ha venido
a dar calor renovado
a mi verso esperanzado
con su dulce cercanía
mensajera -¡ay alegría!-
y por fin te he recordado.

Yo no sé qué Buena Nueva
amaneció por mi frente
-agua clara, pura fuente-
para decirme que beba
la única luz que me eleva
la fe de que estoy sediento,
ni sé qué deslumbramiento
está cegando mis ojos
abriendo los mil cerrojos
que cierra el entendimiento-

Está la noche serena
plateando el universo...
Por la luna va mi verso
con luces de Nochebuena.
Se hace alegría la pena,
la esperanza se hace flor,
la nieve me da el calor
que le pone la ternura.
¡ Silencio, que de la altura
está bajando el Amor ¡















RUMORES DE LA CALETA

Las barcas sobre la arena
varadas junto a la orilla,
en la noche perfiladas
como sirenas dormidas.
Las aguas de bajamar,
perezosas, se deslizan,
en rumorosos vaivenes
mojando de sal sus quillas.

Y por las algas verdosas,
entre las calles de chinas
con pececillos brillantes
que muestran su plata viva,
la luna, trasnochadora,
jugando a las cuatro esquinas.

El ojo de Polifemo
del faro lejos vigila
barquitos de contrabando
que bajan desde Algeciras.
(Entre las sombras de un bote
se escuchan besos y risas).
Después un silencio largo...
(La luna se escandaliza).

Manuel Pacheco, poeta,
se acoda en la barandilla
soñando en veleros blancos
con sueños a la deriva,
los potros de los sentidos
cabalgando por la brisa.

Y más allá, por las rocas,
desde Santa Catalina,
mocitos mariscadores .
buscando centollas finas.
En la ventana más alta,
el viejo contrabandista,
preso en el castillo canta
un cante por alegrías.







A LA SALIDA DEL NAZARENO DEL AMOR

Abril pobló de pájaros cantores
la tarde añil, la plaza nazarena
anegada de sol, marea llena
en oleaje humano de clamores.

Al compás de trompetas y tambores
la voz de bronce de la torre suena:
las nueve en punto, la hora de la pena.
Hombro con hombro,¡ arriba cargadores ¡

Aniño el corazón, lo pongo alerta,
que ya sale el Amor - ¡ abrid cerrojos ¡ -
como un ascua de luz por esa puerta.

¡ Dejadme Que me asome, gaditanos ¡
¡ Que quiero ver sus ojos en mis ojos
y tocarle las manos con mis manos ¡









A C T I T U D

Tiene gracia querer a estas alturas,
arrojo , yo diría claramente.
Con mis años, sentirme adolescente,
arder a la vejez de calenturas.

Sufrir, mañana y noche, las torturas
de no poder vivirme plenamente
y sentirme perdido entre la gente
por no estar a las duras ni maduras.

Pues si quieres salir, ya no hay salida,
y si quieres entrar, entrar tampoco
porque a veces, la suerte, va torcida.

Y ando mal, oigo poco, veo poco.
Pero nunca reniego de esta vida
a la que abrazo, loco, como un loco.








A José María Pemán

Aquí, amigos, aquí junto a la vida
escribo mientras sueño, digo-¿ en vano ?-
palabras, las invento y liso y llano
el soneto se nombra y se apellida.

El verso no me salva, más convida
a cantar y me torna más humano.
Ni tampoco me pierde, mas tirano,
me quema sin cesar como una herida.

Os digo claramente que yo escribo
porque no sé vivir ,y es bien cierto
que siempre escribiré, para mi asombro.

Esta es la historia del afán que digo,
y esto que veis, mi corazón abierto
a la esperanza del amor que nombro.



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