Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

miércoles, 24 de agosto de 2011

802- ANTONIO ALMEDA

Manuel Alcántara, Carlos Pérez y Antonio Almeda





El poeta Antonio Almeda, pseudónimo literario de Antonio Pérez Almeda nace en Puente Genil en 1929. Estudia bachillerato en Cabra y Periodismo en Madrid, donde reside. Colaborador en prensa y revistas españolas e hispanoamericanas de poesía, ha efectuado lecturas de su obra en numerosos centros culturales de toda la geografía española. Ha conseguido premios como Alcaraván (Sevilla), Ricardo Molina (Córdoba, Alcalá de Henares y Café Marfil de Elche.
Según la catedrática María José Porro Herrera, Antonio Almeda, pontanés fuera de su pueblo ha contribuido con su pluma a engrosar las aguas de ese inmenso venero de poesía que es Puente Genil. Su obra no está ausente de la influencia de los poetas de Cántico. En ella se advierte un lenguaje preciosista y cierto barroquismo cenceptual; el paisaje, de corte ruralista, evoca los poemas anacreónticos; sus ritmos libres y polimétricos advierten al lector que para Antonio Almeda el mensaje poético debe ayudarse de una elaboración exquisita y cuidada.
Obra poética

El pájaro infinito (1954)
Árbol gótico (1959)
El otro (1967)
Tuera y alimento (1969)
Hondo vuelo por el tiempo (1970)
Las piedras de Segovia (1970)
Territorio (1971)
La mirada oculta (1972)
Lúcido en ciernes (1974)
Alguna poesía. Antología (1975)
Zócalo (1978)
Llamado G.O. (1978)
Políptico (1984)
Escrito está. Sonetos 1970-1990 (1991)
Muchacha leyendo un tríptico (Cuadernos de Ulía, Fernán Núñez, Córdoba, 1992)
Según el corazón (1994)
A un dios lejano (1999)
Tierra de dioses manes (2006)




INICIAL

La casa en que nací. Mi madre. El viento,
el viento de la vida, diente duro.
Mi soledad presente, mi maduro
mirar las cosas con el sentimiento.

Los tajos de Pinito, aque portento
de la naturaleza, calcio impuro.
El río, azul o limo, contra el muro.
El pueblo en que se dió mi nacimiento.

Las zuritas. Los zócalos. La hiedra.
Todo se suma a mi soneto hermoso.
Me trapasa un extremo calofrío.

Aunque mi corazón parezca piedra,
mi corazón consiente jubiloso.
Todo está lejos, pero todo es mío.





Sube la tierra a la fuente
del Mulhacén, toca el cielo,
y, de un salto –apenas vuelo–
se arroja el mar de repente.








Al río Guadalquivir

Quién se pudiera quedar
toda la tarde mirando
al río, verlo pasar.
Como en un tiempo lejano,
quién lo pudiera beber
en el cuenco de las manos





AL IMPERIO ROMANO

Lábaros y estandartes tremolando,
prodigio de color viene el Imperio.
Son las huestes soberbias de Tiberio.
¿De dónde vienen, desde dónde y cuándo?

Su música en el aire resonando,
escoltan AL TERRIBLE, a su Misterio.
Es muy serio, pontanos, es muy serio
y muy hermoso lo que está pasando.

EL TERRIBLE les mira y les bendice,
su Santa Mano su desfile guía.
¡Viva el IMPERIO! el pueblo entero dice.

Se estremece el airón de los plumeros.
Blancos son a la luz clara del día.
Negros serán a la de los luceros.






¡Quién me presta a mí un balcón,
Calle Santa Catalina
y Calle de D. Gonzalo!
¡Quién me presta a mí un balcón
para ver a Los Romanos
para ver la Procesión!.






Se desgarraron los cielos,
refulgieron las estrellas,
las sombras se hicieron luz.
Los anunciaron LOS PROFETAS.
Lo cumplió CRISTO en la Cruz








Bajan la Cuesta Baena
Los PROFETAS en silencio.
Llorando bajan de pena.
Que se ha cumplío el Encuentro.
¡Que se ha dictao la condena!








Ilumina tus balcones
Plaza de la Vera-Cruz,
que en medio de dos sayones
sale a la calle Jesús
a alegrar los corazones







HIJO DEL HOMBRE

No está muerto. Palpita. Sólo espera
la autopsia de la luz. Al tercer día,
quebrantará este cuerpo su agonía
para alcanzar la vida verdadera.

Crucificado estuvo en la madera,
sangre sudó en un huerto de acedía.
Y porque lo dictó la Profecía
inundará de luz la tierra entera.

Le llaman EL TERRIBLE, el que columbra
altas torres de amor sobre el escombro
de un mundo malherido y en deshecho.

Este es el Inmortal. Se le vislumbra
una paloma blanca sobre el hombro
y a Dios tronando en el volcán del pecho.






AL SANTO SEPULCRO

El Cuero. cielo tendido,
astros de sangre reposa.
en los párpados, la rosa
del silencio ha florecido.
¡Oh Cristo en vano abatido
por la muerte!

El Corazón
libra un río de perdón
por el derecho costado.
¡Oh Cristo, ya preparado
para la Resurrección!.









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