Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

martes, 23 de agosto de 2011

790.- RICARDO PLAZAS KOCK


Ricardo Plazas Kock



Nació en Málaga en 1968. Parte de su infancia la pasó en “La Almuña” (Gaucín), donde comenzó su afición por la poesía a través de la revista “Litoral”. 
Fue en “La Almuña” donde escribió sus primeros poemas y donde tuvieron origen algunos de los poemas que aquí aparecen. 
Ricardo Plazas inició estudios de Filosofía y Derecho que nunca terminó. 
Actualmente, prepara un libro de cuentos cortos que próximamente publicará. 
De ascendencia castellana por línea paterna y alemana por la materna, nació en Málaga en 1968 pero pasó su infancia en la finca “La Almunia”, por entonces propiedad de su familia y muy próxima a la villa de Gaucín, en cuyo término municipal sigue viviendo en la actualidad. Ha sido colaborador de Radio Marbella y es autor de un libro de poemas titulado “Poemas Un1versales” (Edición del autor. Sin fecha) que ha presentado en Ronda y recientemente en el Ateneo de Algeciras. 





Presentimiento

Y tu pelo rojo de ardilla rusa.
Y tu cuerpo de virgen indolente
que se anuda miserable a mi mando,
y esa extraña luz que vence el enredo
de tus ojos lacrados al infame
deseo de querer siempre olvidarme.







La cabina

De fondo oía
la multitud, el eco
de un claxon apagando el grito.
Bajo la forma de tu voz
el tiempo era un suicidio de monedas.






Marioneta

Queda el surco de garras en la espalda,
el brillo de los hilos en el suelo,
el viejo movimiento de tu cuerpo
suspenso en la madera de mis dedos.








El espejo

El asesino me miraba
fijamente y luego disparó su arma.
Vi su cuerpo entre los cristales rotos,
pero ahí seguía yo, el asesino.









Pero el pájaro solitario vuela
y en la línea invisible
que dibuja en su recorrido
nace el espejismo de tu recuerdo







El tiempo cae hacia arriba tan alto
que es un año más joven nuestra muerte







Queda el surco de garras en la espalda,
el brillo de los hilos en el suelo,
el viejo movimiento de tu cuerpo
suspenso en la madera de mis dedos







El asesino me miraba
fijamente y luego disparó su arma.
Ví su cuerpo entre los cristales rotos.
Pero ahí seguía yo, el asesino.








Cubriendo de pétalos los campos
de batalla inundados con su aroma
los blancos cuerpos yacen
con sus brazos signados de espinas:
cicatrices exactas de otras lanzas
regadas con la rosa de su sangre.








Somos un mar de aguas distintas







No eres consciente. Pasa el tiempo.
Y eso es la vida. Ignoras
las horas, los días, los años.
Pero llega un instante
y unos versos te recuerdan
que el tiempo ya ha pasado.




No hay comentarios:

Publicar un comentario