Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

martes, 23 de agosto de 2011

776.- JOSE ROMÁN TOLEDO




JOSE ROMÁN TOLEDO, de Olvera (Cádiz)





GRANADA Y EL AGUA

Baja el agua, de la cumbres sedosas
que nacidas en las raíces del cielo,
fugando en la falda de terciopelo
nevada, saltarina y caprichosa
el agua llega, mojando tu pelo

balcones de la Alhambra presumidos
negadme si dormís enamorados
decid que por el agua habéis matado
y desangrar tu orgullo malherido
muros de tierra y agua condenados

Generalife de besos gastados
que en tu vientre se derrama fluida
jardín de moros y reinas perdidas
réquiem de aromas de estanque dorado
te lloran las fuentes desconocidas

entrañas del Albaicín desangradas
vomitad la esperanza que ya os queda
que en los cármenes la hiedra se enreda
porque el alma tienes abandonada
va gritando el agua ¡que no suceda!

mientras el Genil, te siga mojando
verde esmeralda, tus rojas mejillas,
mujer que llora lágrimas de arcilla
hermano Darro, seguirá esperando
a que vayan a lavar las chiquillas.

Llora el agua sola Granada entera
orgullosa del líquido tesoro
que fue balneario de Boabdil el meso
que llegando la diosa primavera
su verde vestido se cubre de oro,

Granada y agua, amor que nunca muere
idilio de hojas verdes armonía
romance de Lorca, con la poesía
donde a Irwing el duende le sugiere
cuentos de agua mansa, fantasía.





Gritos al viento

La nostalgia en el viento
sustrae el aroma añejo a mi memoria,
sudor a paso lento
como una humilde noria
sacaba Agosto, cada año la historia,

el esparto sudaba
entre pecho y espalda pregoneros,
una garganta gritaba
entre yeso y albero
bajo la sombra agudo de un sombrero.

¡Garbanzos y avellanas!
los umbrales perennes repetían,
eco de sevillanas
la siesta interrumpían,
y los zaguanes y cierros se abrían.

Cuartillas y medías
venden callos y fatigas pasadas,
mientras que el agua fría,
de esperanza mojada
daba un suspiro a una espalda cansada.

Talegas boquiabiertas
medidas hambrientas de sal y harina,
las carteras cubiertas
de polvo en la cocina,
encías maltrechas y esmalte en ruina.

De austeridad los dientes
en la feria, escapar han podido,
del sudor de la frente
del esparto curtido,
comprar ilusión, la que hemos sentido.

Gargantas estivales
bajo mi tórrido dios escalonado,
eco de los gredales
a sol lento tostado
en cada esquina que un grito ha doblado.
Sandalias que gastadas
a cada paso del tiempo implacable
de esto no queda nada
un recuerdo imborrable
de esos pregoneros inolvidables.






SI TE VAS

Ha llegado el otoño a mis pupilas
deshojando mis lágrimas,
que secas, resbalan por mis mejillas
tras la ocre mirada.

Si te vas, ¿qién tornará la lluvia azul
en gris agua salada?
¿Qién hundirá en mis oídos el verbo
que hiere y amenaza?

Si tú te vas, en tu barca bruñida.
A una orilla robada,
irreal, a lomos de oleajes de espina.
¿Quién secará mis alas?

Que ya no vuelan hacia el sur, perdidas
con sus plumas mojadas,
abatidas de espuma infinita.
¿Dónde caerán mis lágrimas?

Cuando amanece en mi angustia dormida
del eco de tus palabras,
las huellas de tu silencio me siguen
como la muerte al alma.

Si tú te vas, de la mano de la aurora,
bajo estrellas de plata,
usurparás mi caja de cenizas
de un amor que se apaga.

Si te pierdo tras el verso que acusa
la escarcha en tu mirada,
que hiela el beso en mi boca indolente.
¿Quién negará que me amas?

Si te marchas, como la hoja caduca,
con el viento en su danza,
caerás como la tarde de este otoño
amarilla y lánguida.

Si te vas, no veré más destilarse
mi libertad quebrada,
entre los barrotes de mis deseos
volar por la ventana.

Siento a la soledad besar mi frente
y aún me queman las llagas.
Viene tu recuerdo a cerrar mis ojos
perturbando mi calma.

Mujer, no te marches,aunque me duela,
febril, imaginaria,
porque puedo volver a ser feliz
sin verme en tu mirada.






TRAS EL UMBRAL

La tinta de mi pluma se derrama
sobre un renglón hambriento
tragándose de dolor las palabras
del afilado verbo.

Tu mirada perdida se me clava
ojos de brillo quieto,
hundiéndose en un corazón que sangra
latidos de silencio.

Como gotas, de mi pluma resbalan
evocando al deseo,
palabras de roja tinta mojadas
del prisionero verso.

Voy dándole libertad a la rima
del sentimiento eterno,
y el pincel del dolor dibuja en mi alma
la voz de un profundo eco.

Que sollozando se aleja entre lágrimas
de mi morado cuerpo,
y se me apaga la impotente llama
entre la voz del viento.

La fría noche traía en sus manos
una luna de sueños,
redondos como veía en mis ojos,
tus adorados senos.

El viento del norte besó mi boca
como ya no recuerdo,
cuando bebía la escarcha en tus labios
frío y mortal veneno.

Y después de haber enterrado mi alma
bajo el abstracto peso
amargo, de reproches inmortales
tras el último aliento.

Crucé el mármol del umbral que separa
lo fugaz de lo eterno,
para escapar del cielo de tu boca
al añorado infierno.

Cuándo mirando al dolor en su fondo
cuál empañado espejo,
creo ver dibujada una sonrisa
de vidrios en el suelo.

El que pisa mi soledad descalza
hiriéndome los huesos,
esculpiendo con una ruín mentira
del cincelado verbo,
a un rayo de ocaso se va la tarde
con campanas de duelo.









RAMO DE LIRIOS

Descalza sobre cristales
llevas el alma sangrando,
rojo el dolor que te seca
de tus pupilas el llanto.
¡Cómo te viste la pena!
Ante un espejo callado
escupiéndote a la cara
con su saliva de estaño,
golpe tras golpe te deja
todo el vestido morado.

De madrugada la luna
te dibuja entre los brazos
una corona de lirios
con espinas entre las manos
vas tejiendo tus recuerdos
con los dos puños cerrados
y maldices tu destino,
¿por qué he caído tan bajo?

De los perros los ladridos
con la noche están bailando
y a tu lado otro perro,
por la mañana, embriagado
vendrá a morder de tu carne
querrá lavarse las manos
en la fuente de tu vientre
ese baboso bastardo.

Pero hallará las cenizas
de los miedos caducados
no encontrará la muñeca
que le lavaba los trapos.
Tendrá que saciar su hombría
con los cuernos afilados
en una noche de flemas
beberá tu odio de un trago
y dará con sus espaldas
donde el tiempo está parado
tres barrotes y un grillete
tendrá, y una cama de esparto.

Ahora es que empieza tu vida
virgen vestida de nardos,
abre tus alas al viento
huele las flores del campo.
Te presento mis respetos
dama y señora, mi mano.









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