Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

martes, 23 de agosto de 2011

772.- CARMEN ARANDA JURADO

Carmen Aranda leyendo su obra




Carmen Aranda Jurado (Cuevas Bajas, Málaga,1961).Cursó estudios de Magisterio en Antequera. Desde muy pequeña se sintió atraída por el poder que la palabra ejercía en ella al escuchar cuentos, historias, canciones o poemas. Y fueron las palabras las que, enredándose en su ser, construyeron su propio universo, que comenzó a plasmar en forma de poemas desde los diez años.

Ha publicado el libro Raíz de silencio (Fundación animación Cultural de Antequera,1991) y el tríptico Laberinto de mañanas (Capitulo de Málaga, Academia Iberoamericana de poesía,1995).Ha sido incluida en revistas, antologías y libros colectivos como los “Homenajes”organizados por el capitulo de Málaga de la Academia Iberoamericana de Poesía o los volúmenes “Poesía y Democracia”,”Laberinto de amor”,”Ora marítima” y “Textos para un milenio” de editorial Corona del Sur. Desde 1994 participa en recitales y lecturas poéticas como el “Ciclo poetas noveles” del Ateneo de Málaga,”Lecturas de Primavera” de la casa de la cultura de Antequera o las “Lecturas de las fiestas de Ojén”.




Las palabras

Las palabras no son inocentes.
En el corazón de la oscuridad
sobrevuelan abismos,
se adelantan al dolor,
reinventan el futuro.

Las palabras poseen
la inmortalidad necesaria,
el peso de las cosas
que alumbran,
sostienen, amenazan,
se hunden en las manos
como serpientes o humo.

Las palabras nos sueñan
cuando despertamos,
nos apoyan en noches frías,
nos aprietan las manos
cuando la soledad
se adueña del camino.

Las palabras ciñen la cintura,
se agolpan y enmudecen
cuando el amor
ilumina los ojos,
cuando el deseo irrumpe
como animal herido
las palabras, las palabras...






HAY COSAS QUE PERMANECEN A LA ESPERA

Hay cosas que permanecen a la espera,
colgadas del tiempo
o perdidas en la memoria.

Son como gotas de lluvia,
como semillas
que hablan de nosotros.

Hay cosas que como collares
acarician la carne
y que se aprietan en la cintura
o cosquillean las manos.

Cosas que saltan y asaltan
el sueño,
que en días de sombra
se asoman a los espejos,
que en noches sin esquinas
viven en los ojos.

Cosas que cerca de la nada
gritan con voz de plata
y reman en los estanques
de los días
atentas al instante.

Hay cosas que permanecen a la espera.
Un día, te miran de frente
y por fin comprendes.




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