Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

jueves, 11 de agosto de 2011

728.- MANUEL RÍOS RUIZ



MANUEL RIOS RUIZ 
Natural de Jerez de la Frontera, Cádiz (1934). Periodista. Reside en Madrid, donde dirige las revistas “La Estafeta Literaria” y ”La Serneta”. Durante quince años mantuvo en RNE el programa de flamenco “El Cuarto de los Cabales”. Actualmente es crítico de flamenco de “ABC” de Madrid y columnista de “Diario de Jerez”. 
Cultiva la poesía y el ensayo. 
Por su libro de poemas “El oboe”, mereció el Premio Nacional de Literatura 1972 del Ministerio de Cultura. Y por el conjunto de su obra poética el Premio Hispania de las Letras del Club Universitario Hesperia de Nueva York. 
Otros premios de poesía en su haber son Bécquer, Adonais (accésit), Boscán, Ciudad de Irún, Rafael Morales, Lacalle, Villa de Rota, Alcaraván, Ciudad de Martorell, Juan Ramón Jiménez, Juan Alcaide y José Hierro. 

Entre sus libros de poemas destacan Dolor de Sur, Amores con la tierra, El oboe, Los arriates, La paz de los escándalos, Vasijas y deidades, Razón, vigilia y elegía de Manuel Torre, Los predios del jaramago, Cartas a una madrina de guerra, Una inefable presencia, Plazoleta de los ojos, Piedra de amolar, Figuraciones y Juratorio. Se han editado siete antologías de sus poemas, la última titulada La memoria alucinada (Ed. Calumbur, Madrid, 1999). Ha sido traducido a varios idiomas. 

Como ensayista ha publicado: Introducción al cante flamenco, Diccionario de escritores gaditanos, Rumbos del cante flamenco, De cante y cantaores de Jerez, Aproximaciones a la tauromaquia, Jerez: del ayer al futuro, Ayer y hoy del cante flamenco, El gran libro del flamenco y las monografías de los pintores Francisco Hernández y Gutiérrez Montiel. En colaboración con J. Blas Vega: Diccionario Enciclopédico Ilustrado del Flamenco y Maestros del Flamenco. En presa: La Paquera de Jerez, genio y figura del cante. Ha dirigido literariamente el Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la Provincia de Cádiz y numerosos ciclos culturales en el Ateneo y en el Círculo de Bellas Artes madrileños. Como conferenciante ha desarrollado temas literarios y flamencos en centros culturales y universidades de Europa y América. 

LEER SU OBRA 
http://www.tristeyazul.com/Poetas_de_Jerez/Manuel_Rios_Ruiz_Obra.html 




De La búsqueda
(1963)


LA CHOZA

A Carlos Murciano
y Luis Jiménez Martos.

Ya no está. Estuvo. Era
rocosamente polvorienta y gris,
habitada por hombres y animales.
Nosotros, los demás... De todos era
cobijo y amplitud, ronco respiro
cuando el sol o la lluvia sacudían.
Encarada hacia el norte, atravesada
sobre el cerro, clavada en la ladera
dónde el viento batía y claudicaba.
Allí se concentraba todo, ancha
rendija del trabajo y del abrigo,
almacén de ilusiones y prestezas.
En ella desperté una tarde libre
de humanidad y regocijo. Todas
las piedras limitaban con el campo,
los pájaros volaban por encima.
Por allí estuve, años o siglos, no lo dudo;
aquí hay un pozo en mi memoria,
para beber o fatigarme de saberlo.
Mas canté y me cantaron, me dijeron, dije...,
hablé con las estrellas muchas tardes,
y fui amigo de nadie, casi siempre.
Tan inmenso era todo, tan solemne,
que tuve que vestirme de añoranzas,
si apenas disfrutaba de recuerdos.
Entonces inventaba lugares para un hombre,
en la breve vida que pasaba.
Un fuego: una voz, la misma esquila,
con este corazón junto a mi madre,
la nube o la niebla, o bien la tierra misma,
y un redil con ovejas balando en la mañana.
Son cosas que recuerdo, que las sufro,
que las llevo conmigo para sangre,
cavilando una infancia, deshaciéndome
el acento, los glóbulos, la savia,
por lo que fue y será y conmovido arrastro.
El tiempo, ilimitado tiempo, asociado
con la frente y el paso, con la pausa,
me fueron diciendo allí, en aquel mundo,
en aquella potestad del equilibrio,
en aquella forma de vivir sin conseguirlo,
una intuición de amor, una odisea,
una ansiedad de luz inexplicable.
Ya no está. Estuvo. Era
rocosamente polvorienta y gris;
de noche se encendía bajo un candil espeso
y desde entonces sueño con algo que soñar.





Dolor de Sur
(Premio Bécquer 1968)


EL SUEÑO

NOS inunda la sangre silencioso,
nos gana la partida su misterio
y en medio de vorágine tan pura
un mundo de ilusión nos embelesa.
El sueño reaparece por la frente
lo mismo que la sed por la garganta,
con un justo clamor de mariposas
abriendo sus colores por la sangre.
Y en esa alta victoria de la vida,
en esa plena muerte enamorada,
el hombre recupera la alegría
y labra y vivifica la esperanza.
El sueño, el hombre cuando sueña, cuando
piensa , le rinde un débito a su causa,
se sumerge en abismos de consuelo,
le arrebata a la muerte su semilla.
Y cuando el sueño se agiganta y vuelca
su peso colosal por los sentidos,
la sorpresa recóndita del alma
compone sus historias por el cuerpo.
Mientras, el corazón –clara vigiliarepite su ovación constante, sueña
su música continua, su milagro,
defendiendo la cruz de la existencia.





Amores con la tierra
(Accésit del Premio Adonaís 1969)


OFRENDA Y SUPLICA AL MAR

A Fernando Quiñones
y Antonio Hernández.

HEME aquí uncido a tu violencia, sintiendo o adivinando
con el escorpión de tu espuma las reglas oníricas de tus olas,
dándote con mi pecho el marasmo de mi sien, todo el velamen
que acucia el corazón —absoluto poblador de tu hermosura—
y rindiéndote la pleitesía que los sueños te deben; mas pidiéndote
un pletórico baile de sirenas, no sé qué internas tempestades,
tu vejez al sol, tu juventud de dios enardecido, esta sal
que conmueve en su grandeza y quédase en gota cincelada.

La tarde tiene cruzados tus caminos, pero mucho es tu retumbo
y andaluces tus confines, tu lengua o tu batalla de este instante.
La atlántida que acercas y trasluces, los redobles sonoros
que avivan los atunes, este remo perdido que remonta mi palabra,
la almeja redonda que siembras en la arena, cuanta vida
de alga corona tu última glorieta, cada húmero o fósil o germen
que encarna tu misterio, el dolor de los hombres que te aman,
los vientos que ensortijan tus bríos y donaires, los locos rumbos
de los ojos por tu azul, los prehistóricos brazos de Telhotussa
en cada ave llegada de los cielos a tu yodo, a tu tendida música,
son tus integrales tesoros, tus eternos atributos fantásticos.

Déjame en tí conocer lo dúctil, lo inefable, el mensaje
de los mundos que separas, bandurrias y bandolinas, sumergidos
cancioneros de combates y pecados, banderías aventureras
que desafiaron el tiempo, turbulentos carnavales de pasión
diluidos en el espasmo de tus entrañas, oh pura biología del universo.

Y ahora que Conil despierta entre los siglos y ya levanta
alegres tenderetes en tu orilla, festeja verano y pleamares,
rotula estrellas o besa un cuerpo de mujer sobre la playa,
bautízame con tu clamor, hazme ilusorio marinero, navegante
del recuerdo de tu halo, hoy que tengo, mar, hoy que tengo
el alma a toda vela en esta punta tuya y de la tierra.






Juratorio
(Premio José Hierro 1990)


LOS MUERTOS IMPOSIBLES

LOS muertos imposibles se reúnen en consejo
y cortejo para hallar alguna vez el camino silente del olvido.
Están cansados de las aclamaciones a mansalva
y de los lauros atesorados, de las efemérides y los museos.
Tanto pábulo les infiere correlativo la sutileza
y una inefable desazón les impide gozar desnudándose
los cielos y los infiernos que les fueron prometidos
para enternecerse en razón de sus débitos y descarríos.
Por eso el Cid tiene todavía la espada ensangrentada en vilo
y un miedo sobrecogedor de volver a la silla y al caballo.
Se relame Séneca contínuamente las venas destroncadas
y sufre porque nunca puede tragarse la saliva cordobán.
Shekespeare —la mano cansada de extraer rosicleres—
escribe y escribe con fango una tragedia inabarcable y diaria.
Los muertos imposibles pierden el resuello
cada vez que los recuerda algún seminarista.
Van de lengua en lengua creciendo en su epopeya
como los cocodrilos llorando por el agua.
A Charles Chaplín cada vez que se proyecta su imagen capicúa
y salteada le lastima en la tarta el chorro de la luz.
Dostoyewsky es un crujido de látigo epilético retumbando
cuando alguien lee Crimen y castigo al son de la carcoma.
Con tétrica sacudida, Beethoven escucha soliviantado
los perpetuos arrebatos de sus repujadas sinfonías.
Los muertos imposibles penan su desdicha gloriosa
entre el polvo más polvo de sus tránsitos siderales.
El mundo y sus catervas, por designio insondable,
repite sus nombres con una memoria torrencial y terrible.
Cervantes, despavorido, se ríe de sí mismo en múltiples idiomas
y no pude sorportar la púrpura de tamaña resonancia.
Picasso ya no tiene fuerza en sus ojos marchantes
para pujar al viento mirándose en su espejo.
Y Juana de Arco sigue ardiendo allá en las estrellas
cada vez que una monja se presigna y enciende una vela.
Los muertos imposibles, desde Arturo hasta Marcusse,
se defienden de los vivos abrazándose en tumulto
y el más vivo de todos, llamado Adán en los libros,
inventor de la ceniza y teórico mayor de los cuchillos
estremeciéndose en su muerte suprema de tan bíblica,
pide para los suyos la erosión de la tierra y la sequía del mar.





Razón, vigilia y elegía de Manuel Torre
(Premio Nacional de Poesía Flamenca 1977)

(fragmento)

PORQUE lo quiso Undivé, porque Undivé lo quiso, desde el sitial más
alto de los sueños,
desde la víscera sustancial de las Andalucías,
desde su pijotera entraña tan santísima, con su dedo decididor y cabalístico
en el nombre de Jerez, de sus campesinos y artesanos, de su misterio y
litigio,
nació –digo: cantó-, aconteció Manuel Torre.

FUE cuando en Jerez nacían las yerbaspuntas tempranas del invierno
entre las grietas milenarias de sus muros y plazuelas
y la zagalería
retozaba por esquinas y patinillos, por zaguanes, casapuertas y corrales,
jugando al salqueteví y a la tentaílla, al salto de la comba,
al trinca, al tocaté, al careo, a la rebujina y la billarda.
De las bodegas emergían lo olores curativos de los mostos
y el aire se henchía con su fogaradas desde el mantillo
arenero, desde el arabesco empedrado a las veletas y a las azoteas.
San Miguel espejaba sus azulejos de vigía, pensativo arcángel grácil
piedra como un baile detenido frente al tiempo, en su meneo
de mástil cuesta abajo y cuesta arriba, respingo del donaire,
y escuchábanse, en su alturas y capillas, retumbar los relinchos
y galopes de los potros cartujanos, allá por Jédula, La Jarrilla y La Jareta,
Cerro Blanco y La Zangarriana, por los llanos de Caulina
y la Gradera, por encima de los torrejones del Castillo Melgarejo, desde
Vico
a Torrecera, jarreos, jinetes, voceríos de Los Garciagos y de Gibalbín,
de Martelilla, de La Matanza, La Matancilla y La Matanzuela,
Fuente Bermeja y El Carrascal, los desolados campos hirsustos
que clamaban sus latitudes, meandros, laderas, eriales, albinas y albedríos,
tierras de pan buscar, montes, dehesas, cotos cerrados, ventorrillos, mundos
propios del señorito enjaezado, cacique y campechano, dios y luzbel.

ASI Jerez, así al costado del levante y su campiña cortijera,
con el Guadalete por verónicas guadalizando desde Cartuja al Portal,
Los Albarizones en flor de agua –liquen y fuente- camino de Lomopardo
y Montealegre, pagos de Solete, Las Abiertas y Parpalana, pejugales,
huertas, cojumbrales, planteras para el hambre y la salud, penitencias
y territorios de la calabaza y la lechuga, removida tierra candeal,
alomada y fresca, encelo del ciruelo, ostensorio de la higuera, primores
del naranjo y su azahar, almendros y perales, feria del albérchigo, valle
del perillo,
oh parra, espiga, mazorca, chícharos, panizo, albejoneslujos en los ojos, fiesta del paladar acariciada, resoles vegetales del
recuerdo.






PLAZOLETA DE LOS OJOS
(Premio Ciudad de Rota 1981)



I

TU sabes que hablo poco y cierto
y que escribo cuando puedo si lo necesito respirar
y que me acapara un silencio de bomba que nunca truena
y quédome embebido como un vaso de sueño y fervor imantado
cuando más soy el hombre que has consumado en brecha y brío
y es entonces cuando mejor te tengo entrevista
y presente,
alamareada,
porque preciso ausentarme de cavidades,
puedes
y baúles
y transcurrir por el tiempo que ya no existe
y sí se toca
y ponerme frente a mí para saber de mi redentoría del asombro
y volver calcinado a tu ser como vuelve al barbecho
la simiente revoleada
y miramelinda
y tú lo sabes y me atiendes las reliquias
y te destinas en ello,
mi socorro,
y cortejas sonriendo y atavías
este acopio de la existencia y de mi suerte
que de pronto me sale cavilado en ríos
trayéndome todo lo que tienes contigo en las entrañas
para elevar mi vida con tu cruz mariposa.





II

ESTABA la tarde sentada en su sitio y barandal de colgadura
tejiendo sus madejas y bobinas con arterias
y malvaviscos adormecidos
cuando el mundo era tan joven como un camarón
y nadie me había profetizado el devenir
en su salitre y alacrán,
ni siquiera el olvido que dicen que tiene forma y colores de laurel,
pero crujía por el aire de la plazoleta
la ausencia de un caballo a barlovento.
Sentíme más moreno que nunca y más muchacho
porque te ví y desvelé
tan uvasana y salsera
en tu encendida nitidez y arrebol golondrinero.Y porque se es virgen cuando quiere el corazón
si algo nos lo azuza,
se redondeó el viento por mi espacio
y hombreóme para siempre la estatura,
supe de repente que tenía nombre y destino sortílego
y que me crucificaba conocerte la sonrisa y la voz.
Pasó por allí y se quedó conmigo la grieta más honda de la tierra
y por ella llegué a dilucidar en tus ojos ese hervidero y órgano
que son los colores al salir niebleando de sus nidos
al verte tan vestida de verde como una semillama y su delicadeza.
Eras una juncia
que empieza a ondear e insistir,
tenías al relumbre
dórica la frente
y en los labios un rizo marino hecho de carne fabulada.
Hablaríamos.
Y las palabras serían mínimas y campanas,
comisuras,
corolas arraigando,
pechos o rumores,
compañeras y juntas,
saliendo a lazos y adornadas de vasijas y deidades,
con lunares en su recorrido y mediasvueltas garbeadas.
El recuerdo es ahora doblado y portamirador,
un oreo
y toronjil,
lo siento en el entre cejo y en el esternón
acribillado en su documento:
hubo un pregón entre nosotros,
algún misterio paráclito y candeal,
repelucos trasbolillando las miradas y los posibles,
injertándose más allá de la piel,
un galgo en flecha
venciéndose de ti a mí,
acuérdate de mi cara a pleno sol
y palpa la centella,
no ha pasado el repique que nos conmoviera
encerrándonos en su hidromiel
y nos vemos vivir y salpicar,
todavía es entonces,
todavía
te pido un vaso de agua porque la sed del amor es avasalladora
y ferazy se renace
y se remonta,
se revuelca en su calentura y juratorio,
se comprime y se estira infinita y candente,
nutricia,
desde la tarde aquella entronada y bordadora
que dios dejó caer si fuera un pañuelo de seda carmesí.




III

QUE alarde de calle paseaba en tu peripuesta bicicleta de niña.
Era el camino de la luz por donde se iba a todo universo
y tantarantán.
Yo te buscaba en el aire amasado y caloría
de tu ventana esquinera,
en el quicio rotonda de tu puerta antesala y sin fin,
en los temblores titiriteros de los aleros
y de las aladas azoteas mirabienes,
con los pasos que daba detrás de tus volantes
y entrecriadas celosías.
La esperanza abrazábame con una dimensión retumbadora
de salmos alumbrados
y albriciadas cabalgatas,
me recorría un terremoto la esqueletomaquia entera
y en mi pobreza ciega todo lo veía volando entre mirlos y sílfides
hasta convertirme en el poeta del ángelus
por la plena diablura del romance,
que tanta era mi ilusión que se tatuaba en los árboles troníos
y se me venían a la frente las historias que nunca escribí
ni sabríate contar:
eran novelas como biblias,
realidades capaces que se viven si aparecer,
ese tiempo escaparate y vestigio
que tenemos influido y andarríos
sin que nadie lo comparta y queda inmaculado en su procesión.
Era todo así,
todo en vilo y lira
viéndote a mi vera
cielo y alcahaz,
enternecida criatura mirándome la sien,
poza y casta,
trasvinada,
calle arriba y abajo respirando el crepúsculo en su túnica
y ornamento,toda imán tú atrayendo mis perplejidades y aventuras,
mis erarios
y cúspides,
envuelta en paz tal las manzanas
sin saber que un verso en guerra acontecía







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