Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

martes, 9 de agosto de 2011

722.- PEPA CARO



Pepa Caro Gamaza 
Nacida en Arcos de la Frontera (Cádiz) y licenciada en Historia General por la Universidad de Cádiz, Pepa Caro en 1995 publicó una selección de sus poemas en la antología 'Voces Nuevas', de la Editorial Torremozas. En 1997 publicó una guía de su ciudad, y el cuaderno de poesía 'Primeros Poemas' (Aula José Cadalso, San Roque). 
En el año 2002 ve la luz el libro de poemas 'Con todo el invierno dentro', y el 2005 participa en el libro 'El placer de la escritura', junto con otras poetas gaditanas. 
Ha colaborado en prensa y revistas literarias, y participado en diversos encuentros de poesía. 
Su libro más reciente,' Las calles de la lluvia', ha sido publicado por Calambur en 2010. 





Sólo la sed sostiene
sólo la lengua
sólo el cuerpo
porque somos materia,
tierra de nadie
esperando la lluvia




LOS DEDOS DEL INVIERNO"

Avanza
y no maldigas,
aunque duela el paisaje,
las cordilleras de recuerdos
nos arañen los ojos,
o un escozor molesto,
impida ver el vuelo
de los pájaros.

Avanza
y captura instantes nuevos,
aunque sean extraños y estén
lejos de la inocencia.

Avanza,
pidiendo amparo a las palabras
para no decir,
para no callar,
para no adormecernos
en la seducción de la incertidumbre.

Avanza
anémica de bondad
por estos miedos
que son nieve y frío
huellas que no merecen
los dedos del invierno.






Mi madre te quiso, sí, y fíjate
que sufrió mirando por tus barrancos
envejeciendo mustia, deshojada
sin reproches, preparando la huida.

Pero no te abandonó, aquí está
junto a los cipreses y los jazmines,
tierra para tu historia, canción dulce
que se llevó el viento camino de Dios.






cobijaba
la tristeza de la postguerra
en su recogimiento
y un cansancio antiguo
en sus pesadas piernas
sentadita tras el mostrador
de un despacho de pan


 


VI

Si me dieras a beber de ti
volvería a ofrecerte mi sed.
Dispongo de un pozo
donde no crecen los helechos
porque no me rebosas.
Eres como las nubes
sobre mis tierras de secano,
miras con ansiedad
los surcos abiertos, las venas
y no lloras ni te conmueves
ni fortaleces nuestra siembre.
Duermen así las semillas y la memoria.
El destino cruza de perfil
acuña desconsiderado
la moneda dorada del olvido.





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