Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

lunes, 8 de agosto de 2011

716.- JOSÉ TUVILLA RAYO


JOSÉ TUVILLA RAYO
Nace en Guadix (Granada) en 1958. Desde los años setenta vive en Almería, residiendo desde 1984 en Alhama. Actualmente compagina la docencia con la creación literaria y la investigación en el campo de los Derechos Humanos y la Educación para la paz. Fue redactor y crítico literario en la revista de Artes y Letras "Andarax". Es miembro del Instituto de Estudios Almerienses, del Equipo Pedagógico del Centro Internacional de Formación en la enseñanza de los derechos humanos y la paz de Ginebra (Suiza) y de la Cátedra Unesco de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Como escritor ha publicado poemas y artículos de crítica literaria y pedagogía en publicaciones españolas y extranjeras.
Obras literarias publicadas: Ritual de la palabra, Edt. Cajal, Almería, 1981; Vibración de la Ceniza, Excma Diputación de Granada, 1982; Memoria Inmóvil, Uned, Sevilla, 1991. Algunos trabajos han sido incluidos en las siguientes antologías: Colectivo Andarax 81, Cajal, 1982; Poesía Almeriense contemporánea, Batarro, Albox, 1992; Poesía Actual Almeriense, Ayuntamiento de Almería, 1993; Narrativa Actual Almeriense, Ayuntamiento de Almería, 1993.
También tiene publicadas cinco obra sobre Educación para la Paz y los Derechos Humanos y es coautor de otras siete.


WEB DEL AUTOR: http://josetuvillarayo.webcindario.com/literatura/index.html

-"Mientras cae la tarde"-

A la memoria de Gonzalini

Mientras cae la tarde, un hilo de luz lo enhebra todo
con su línea de vacío tornándose nube y viento.
Luego, otra franja de sueño, se marca diluida en el papel,
blanco como el hueso, y retoña en árbol o en camino.
A penas unos trazos más de transparente y acuática luz
para que la vida surja de repente.
Aquí levanta una minúscula espiga,
más allá las sombras de una madre y de un hijo
parece que caminan hacia un pueblo
donde todos imaginamos que está nuestra casa,
el patio abierto a los frondosos vegetales,
la fuente con su caudal redondo que fluye, lentamente,
como si el tiempo no existiera.
Se agitan los sueños mientras el mundo,
desde lo más hondo y secreto del artista,
aparece y se sucede bondadoso.
Y ahora desatados ve sus trazos: porciones de amor y de locura.

Mientras cae la tarde, un hilo de luz lo enhebra todo
con su ráfaga extraña. El monte está excavado, un labriego
siega las mieses con la curva cuchilla del cansancio.
Muévanse suaves y azarosas las alas de los pájaros
sobre los roncos y torcidos olivares.
Y huele el aire con su tregua prodigiosa.

Tal vez hoy, esta tarde última, acaso triste y antigua,
la línea tiña de ceniza la atmósfera. Y una bruma opaca y furtiva
sorprenda la acuarela sobre el fondo marino de un paisaje.
Tal vez hoy, esta tarde última, acaso triste y antigua
como el dolor o el invierno, tengamos la certidumbre toda
de que el tiempo pasa
y de que tan sólo somos, muy pocas veces y por azar,
imitadores de los dioses,
Mientras tanto, cae la tarde, y un hilo de luz lo enhebra todo.








-"Los acertijos del Deseo"-

Tangible luz, efímero sueño. Tu piel es breve
como las calles de mi ciudad, manantial o sed,
lluvia sobre arena, sobre el desierto
que un día fuera el más sublime ámbito
del agua.

Te llegas como una barca hasta el secreto
de mi corazón, perceptible hasta la cintura
del jacinto, del rocío, del calambre.
Se siente las pupilas latir bajo la sangre.

La noche gravita sobre tu pulpa de rosa,
sueltos, elevados los ardientes pájaros
del gozo.
Tus manos tienen el volumen de la ternura,
la hermosa soltura de la hierba acariciada.

Eres como una densa lluvia de invierno,
danza, lentitud salvaje, guante, nube y llanto.
Me empapo de tu fulgor y me niego
a la memoria inmóvil,
a la destrucción del mundo.






-"Joven Laotiana ante su máquina de coser en una empresa
de confección de Toulouse"-

Resuelta esta mañana,
devuelta la sonrisa,
en el primer pespunte,
se vence a soñar que la aguja
surca melodiosa y mágica
el LP del grupo musical de moda.
Y olvida el dolor
de la espalda comba.
Hemosísima baila
al compás de la música,
mientras una mano le suelta la trenza
y ella se abandona.
Pájaro imposible:
corazón dolorido.
Las compañeras se burlan:
¡Se le acabó el hilo!








-"En el sur"-

En el Sur todo es sobresalto:
el amor, la primavera, el vuelo
de los insectos, un relámpago,
los hermosos cuerpos arrebatados.

En el Sur el deseo es un vasto dominio
y los cuerpos hundidos en el agua
son anunciados brotes
de sacudidas y dulcísimas fronteras.

En el Sur los cuerpos son ruidosos
y tiernos como flores.

(De "Memoria Inmóvil")








-"Quién me recordará"-
con estremecimiento
cuando yo no esté aquí,
cuando sólo sea
mis libros, las cartas de amor,
los objetos cuidadosamente protegidos,
las ropas en el armario,
algún calcetín perdido, las zapatillas,
la colección de sellos, la huella
tan frágil de una emoción dejada con descuido
en un cajón,
la cegadora sonrisa de una amarillenta
fotografía...
Quién recordará que fui y estuve aquí
dulce y doloroso tránsito,
herida y ansia de hombre,
henchido amor y odio a veces.
Mi nombre y apellido quién recordará y cómo.




CABO DE GATA

Desde aquí, desde este interior silente y prodigioso,
su cuerpo se adivina con la luz del día,
su rocosa extensión hasta el mar vacilante.

Desde aquí, desde la oquedad del aire,
sin la textura del tiempo y de la arena, apenas se sostiene
la línea de su cuerpo, tan dulce y tan fría.

Desde aquí, desde este interior apagado y celeste,
su cuerpo, en el fondo de la tarde, se disipa
como nuestros cuerpos hundidos y sobrios en el agua.

A lo lejos, las aves regresan, tranquilas y apacibles.





LA VIDA DE UNA MUJER EN CINCO TOMAS CINEMATOGRÁFICAS

Primera Toma

En esta noche de otoño ,la lluvia,
tan caduca como la semilla seca de una fruta,
como la extraña luz que a la vejez responde,
desgarradoramente triste,
perezosa y reciente
como el coche que pasa y me deslumbra,
me deja más secreta la esquina.





Segunda toma

En esta noche de otoño, la lluvia,
tan solitaria como el perro
que busca entre los desperdicios,
como el huérfano con su original amargura,
quedamente enemiga,
taciturna,
déjame vacías las avenidas y los parques.
Y bajo el paraguas quedo,
al amparo de la humilde luz de una farola,
hasta que al fin un hombre pasa.
Y le sonrío.
Y él me pregunta.




Tercera toma

Tengo frías y desnudas las piernas,
fatigadas y hermosas,
acaso yo lo crea.
Y tengo sueño y hambre.
El hombre me llama y yo le sigo,
húmedos los hombros,
cansados los músculos,
fingida la sonrisa de carmín,
hacia la pensión más próxima.
Allí, el dueño me conoce
y la llave me entrega.





Cuarta toma

En esta noche de otoño, la lluvia,
con peso invisible y lánguido,
dulcemente protectora,
me entrega al fin un cuerpo
tan gris y vencido como el mío.
Y también recibo su soledad ingrata,
su vaho obstinado,
su viril duda,
su vehemente y retenido deseo.




Quinta toma

Más tarde, mirando cómo la lluvia resbala
por los cristales,
me quedan sólo,
terminada la más ágil y fría
de mis entregas todas,
las carnes abatidas.
Y recuerdo con extremado dolor,
subiéndome las medias,
aquel cuerpo perfectísimo
que mío fuera,
la fuerza y la alegría
que, en otro tiempo más propicio,
el amor en mí desatara.
Pero qué importa. Es de madrugada.
Y parece que en esta noche la lluvia,
vencido el sueño,
me hiciera vanidosa y confiada.








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