Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

domingo, 7 de agosto de 2011

714.- ANTONIO RODRÍGUEZ ALMODÓVAR


Antonio Rodríguez Almodóvar (Alcalá de Guadaíra, Sevilla 1941) es un escritor y profesor sevillano, conocido por sus estudios del folclore de transmisión oral (fundamentalmente, la recogida y análisis de relatos tradicionales, como en Cuentos al amor de la lumbre). Por su recreación de varios cuentos de la tradición indoeuropea, reunidos en El bosque de los sueños, ha obtenido el Premio Nacional de literatura infantil y juvenil de 2005. Escribió Cuentos al amor de la lumbre: Recopilación de cuentos populares.

BIBLIOGRAFÍA DEL AUTOR

NOVELAS Y RELATOS
- Variaciones para un saxo (novela). Ed. Cátedra. Madrid, 1986.
- Libro de la risa carnal (cuentos eróticos de origen popular). Arquetipo Ed. Sevilla, 1989.
- Un lugar parecido al Paraíso (novela). Ed. Labor. Barcelona, 1991. Premio Internacional "Infanta Elena". (Agotada) 3ª edición, Galaroza editores, 1996.(Agotada). 4ª ed., Algaida Editores, Sevilla, 2001.
- Animales de aventura. (Album de iniciación lectora). Altea, Madrid, 1995.
- El Bosque de los sueños I (relatos). Ed. Siruela. Madrid, 1993.
- El Bosque de los sueños II (novela). Ed. Siruela. Madrid, 1994.
- Cuéntame un cuadro. (Relato-catálogo sobre el Museo de Bellas Artes de Sevilla). Museo de Bellas Artes, Sevilla, 2002.
- El bosque de los sueños (serie completa, cinco narraciones). Anaya, Madrid, 2004. Premio Nacional de Literatura Infantil, 2005.
- El hombre que se volvió relativo. Algaida, Sevilla, 2005. (III Premio “Alfonso de Cossío de Relatos del Ateneo de Sevilla”).

POEMAS
- A pesar de los dioses (poemas). Ed. Renacimiento. Sevilla, 1994.
- Poemas del viajero. Ed. Renacimiento. Sevilla, 1999.

TEATRO
- La niña que riega las albahacas. Ed. De la Torre. Madrid, 1996.
- El parlamento de los animales. Ed. De la Torre. Madrid, 1999.

CUENTOS
- Cuentos de la Media Lunita. Algaida Ed. Sevilla, 1985.1987, etc-






Egipto

(fragmento)

Todo lugar del mundo
posee un poema no escrito.
El más noble y el más humilde,
el mayor y el más pequeño,
el solitario, el bullicioso;
el que creemos conocer
y el que lleva siglos esperándonos,
anunciándose, tal vez, desde las páginas de un libro,
o alineado en la memoria de la especie,
en espera de una señal;
insegura noticia, tal vez,
de una piedra abandonada
en el camino de Roma.
En todas partes suena
el murmullo de un verso que quiere escribirse
contra el tiempo.
Es con frecuencia el grito de las cosas,
la deslumbrante luz de cada día,
lo que no nos deja percibir, gozar, 2
la tenue voz que lo indica.

La voz del Nilo es, seguramente,
una de ellas. Pero tanto se alarga
desde el corazón de la Historia,
tan evidente resulta en los espejos
y su jeroglífico es tan claro,
que poco puede decir ya a millones de hombres
con la mente aturdida.
Así que venimos a El Cairo,
convencidos de nuestra ignorancia.
Pronto vemos, desde el avión,
la trilogía de piedra. Exactamente igual
a sí misma, levantando sus vértices,
como en una postal coloreada,
hacia el maná de las grandes compañías.
Ya desde tan alto
nos gustaría amar la amplitud del desierto.
Pero algo lo impide.
Nuestros ojos sólo ven lo mil veces visto,
aun adentrándonos, perdiéndonos ya
en el ardor fotográfico







LIBRO DE MINERVA Y DIONISOS


I

(Donde la luz)

Yo me asomé a la tierra de mis padres
a contemplar la luz, el cielo inmenso.
fueron años de risas y armonía
aquellos tan primeros,
que, al borrarse, dejaron
una estela de olvidos, de silencios,
y un relumbre de sol paradisíaco.

Pronto tuve que hacerme a los senderos
que llevaban al mundo. Alejarme
querían del severo
bosque que apenas vi en lontananza,
donde ululaba el búho y era invierno.







I, 2

(Donde Minerva)

Mi padre me había dicho: ten cuidado
con los potros que cruzan la pradera,
veloces de amor puro.
No fíes de la higuera
que acrece en su esplendor las viejas tapias
del templo de Minerva;
que abunda la serpiente
entre sus ramas ásperas,
y duerme, rama finge, rama muerde.

Mi padre me había dicho: no te atrevas
a vadear el río,
ni a ganar, piedra a piedra,
la otra orilla, la montaña y el bosque,
donde el hombre se arriesga
a turbar con altura sus cuidados.

Adelanta por valles, haz veredas,
o aguarda a que mis hombres te acompañen
para evitarte daños y tristezas.
Te han de enseñar cómo alcanzarlo todo
y elegir lo que quieras: animales y frutos,
casadas o doncellas.

Mi padre me había dicho: en el molino
ya se enredan retamas y jarales
que, rezumando abejas, dan cobijo
a vírgenes supuestamente esquivas
y a amadores furtivos.
Si un día te enajenan, otro olvida.
En primavera, hijo,
marcaremos vacadas mano a mano,
y habrá festín con vinos
y con músicas, bailes y alegría.
Alta caza a las fieras con el frío,
y en verano placeres a estos cuerpos
ya ebrios y desnudos, entre ríos
y cañadas remotos.
Invierno, los amigos
al amor de la lumbre. Y otra vez
Primavera. Y otra vez largo Estío.









I, 3

(Donde el bosque)

Mi padre no sabría
que el niño estremecido que yo era
lo sería ya siempre,
aunque pasaran años y viviera
tempestades, andanzas y amoríos;
y combates por causas de la tierra
mi estancia entre los hombres prolongaran.
Que aunque no lo quisiera,
ya siempre sufriría
mirar a las estrellas,
y vería en el rojo de la tarde
un añorar de espumas cenicientas;
buscando, sin hallarlo,
más que acabarse un día en la pradera,
aquel caballo azul que había en mis ojos,
poblador irreal de la materia;
amando de aquel bosque
su secreta belleza








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