Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

lunes, 1 de agosto de 2011

671.- JUAN RAFAEL MENA


JUAN RAFAEL MENA nació en la Isla de San Fernando, Cádiz (1943). Es licenciado en Filología Hispánica y ha sido profesor agregado de Lengua y Literatura españolas de Enseñanza Media en varios IES de la provincia. (Después de entrar en internet y ver la colisión del nombre Juan Mena con otros muchos, el autor decide volver al nombre que utilizó durante toda la década de los sesenta.)

De 1972 a 1979 trabajó como administrativo bibliotecario en la Biblioteca Pública Municipal de su ciudad natal. Pertenece a la Real Academia San Romualdo de Ciencias, Letras y Artes, a la sazón bajo la presidencia de José Carlos Fernández Moreno, y de la que es vocal de Letras. Entre 1979 y 1981 co-dirigió con Rafael Duarte la revista GAVIOTA DE POESÍA. Desde 1992 a 2006 ha colaborado semanalmente en el diario SAN FERNANDO INFORMACIÓN.

Obra publicada
Heredada soledad (1968)
Elegía del Sur (1971)
Tierra escondida (1972)
Claridad retenida (1972)
Palabras de más (1977)
Sísifo (1978)
Queda la tierra (1978)
Cruel, amada vida (1986)
Prohibido paraíso (1979)
Fiebre de verano (1980)
Cruel, amada vida (1986)
Un resplandor antiguo enciende hoy mi memoria (1987)
El ardiente fulgor del homnenaje (1988)
Libro de dones y encantamientos (1989)
Pasionario isleño (1990)
Las señas perdidas (1992)
Los viejos palimpsestos del olvido (1994)
Rumor de la esperanza (2001)
Épica urbana (2003)
Velo rasgado (2006)

Premios recibidos
Premio Ángaro (1972)
Premio Bahía Algeciras (1972)
Premio Aldebarán (1978)
Finalista del Adonais (1978)
Premio Ricardo Molina (1980)
Premio Puente Zuazo (1980)
Premio Tabladilla (1987)
Premio Florentino Pérez Embid (1988)
Premio Ciudad de La Carolina (1994)
Premio Internacional de Poesía Alba y Camino (1997)





ÓLEO DE BARRIO

Sale enero a tomar el sol. La calle
por donde antes pasara el mediodía
llorando, se ha secado. Suenan gritos
de niños, como piedras que cayeran
dentro de un pozo. Ladra un perro y cruza
un sol enfermo por las azoteas.
Abajo, como siempre, el cierro donde
hilvana su nostalgia la soltera
(«el pretendiente aquel que era bajito,
pero amable, Dios sabe a quién corteja»...)
Cotidiana, invernal fuga del tiempo
en la pasividad de la alhucema.
Las cinco de la tarde. Se levanta
un vientecillo sobre las almenas
donde lloran las sábanas con sordos
rumores el blancor de su pureza.
Desde las azoteas se ve el pueblo
tendido en la quietud de la marea
que le da un verde abrazo y la clausura :
geografía celosa y centinela
¿de qué ?,¿de sus salinas, sus esteros,
su puente, sus acacias, sus palmeras,
su paraíso de dormido tiempo,
retiro luminoso de la tierra ?

De Tierra escondida (1972)











RICARDO MOLINA SE ENCUENTRA DE NUEVO CON LA POESÍA

Un mirlo blanco, un tránsito de nubes
rozan los fríos pórticos del aire,
hiende el atardecer su última nave
en el agua rojiza del poniente,
flota el silencio en la mitad del río,
sugiere tierna pátina de historia
el puente, la ciudad o una muralla.
Medina Azahara duerme en el recuerdo,
resplandecen los pasos de esta hora,
llegan con ellos sueños y señales,
arden latidos de un renacimiento
que llena olvidos, calles y abandonos,
se levantan los días regresados,
se acercan y te piden un anillo
para que te desposes con la vida
como ayer, como cuando la cantabas,
y era ese canto, novio de bellezas,
tu identidad con todo lo creado.

(Lenguas como llamas)




Sonetos andaluces

De Prohibido paraíso (1979)

Los tuyos te vistieron de oropeles
en medio de la fiesta y su ruido.
Te envolvieron con falso colorido
y al cuello te pusieron cascabeles.

Novia para hipotéticos donceles
de los que ni siquiera uno ha venido.
Arráncate tu velo y tu vestido.
Llora y muerde el revés de estos papeles.

Oh tierra mía para el casamiento
con ese novio que es tu salvamento,
pero que nunca a desposarte baja.

Aguardando tu boda envejeciste
y hoy estás acabada ya y tan triste,
que servirá tu dote de mortaja.





De El río que no vuelve ni se para (2008)

(Andaluz en la emigración)

Llevas el aire frío de la sierra
y el apacible verde del olivo,
y el rezongar del litoral nativo
y el patio que el recuerdo desentierra.

Al poco tiempo, ya amas esa tierra
que te hospeda, y te sientes transitivo:
te das en un sudor afirmativo
que trueca en bien el mal que te destierra.

Te acompaña, recóndito, ese duende
que te nació en la sangre y se rebela
cuando te aprieta la nostalgia un día.

Relámpago dormido que se enciende
cuando, azul y caliente, se revela
a quien lleva en su entraña a Andalucía.





De Memorial para el viento de levante (1995)


Andalucía, ¿dónde tu poeta,
abúlico a la sombra de la parra
tocando desganado su guitarra
de quejío con lengua analfabeta?

Andalucía, rompe esa peineta
que el corazón por dentro te desgarra
y el viejo pensamiento desamarra,
que es nudo de leyendas que te aprieta.

Andalucía, ponte en pie y sonríe,
mirando a oeste y este y centro y norte
como nave que vira al abordaje.

¡Canta victoria y no fracaso, y ríe;
que haya, al fin, un poeta que te exhorte
que en lucha y lauro trueques tanto ultraje!





El Sur, mágico Sur, madre y maestra...

El Sur, mágico Sur, madre y maestra
de la alucinación y el llanto oculto.
El Sur, atrás y anónimo, es un extra
de la Historia, perdido en el tumulto.

Cadáver gloriosísimo, insepulto
sobre la pira, generosa muestra.
Desde lejos, hermoso y ciego bulto,
misterio de una fábula siniestra.

Es columna de humo, persuasiva;
hace llamadas desde el puro acaso
y a lo bello se da como evasiva.

No culpo a nadie de este gran fracaso,
pero sé que mi Sur mira hacia arriba,
mira hacia arriba y nadie le hace caso.





28 de febrero. Brindis andaluz

No diré aljibe, reja, sol ni almena,
ni feria, castañuela o sevillana,
ni Alhambra, ni Giralda, ni sultana,
ni capote y clavel sobre la arena.

No diré romería ni verbena,
ni macetas, ni tiestos en ventana,
ni guitarra, palmitas, ni jarana,
ni patio con jazmín y yerbabuena.

Hablo del paro, un cristo miserable,
la emigración, que es virgen lacerable,
y el analfabetismo como un sino.

Perdona, Andalucía. Ante ese ultraje,
hoy, al revés, te ofrezco mi homenaje
y te lo brindo con un triste vino.







Soneto irónico para llorar y engrandecer el Sur

Yo soy el andaluz, soy el gracioso
que hace reír a todos cuando habla.
Llevo un teatro mímico en las tablas
de un corazón que es fresco y generoso.

Si curar quiero el paro deshonroso,
salgo de Andalucía. A rajatabla
esa necesidad me desentabla
del teatro dramático y chistoso.

Nadie me gana a ufano y laborante
cuando me comprometo, yo que un día
con cantar y bailar tuve bastante.

Mas quien crea que hice apostasía
de lo que fui, que escuche ahora mi cante,
que es hacer una nueva Andalucía.






POEMA: PLURINOMBRES

Candiles de la noche,
botonadura el cielo,
telarañas de brillo,
miriápodos de luces...
Son las estrellas.


Grieta abierta en la noche,
brecha ancha de luz,
invasión de fulgores,
carruaje del sol...
Es el día.


Timoneles del cuerpo,
bitácoras visuales,
ventanas del espía,
adarves vigilantes...
Son los ojos.



Cofre de los secretos,
campana de emociones,
aldabón de la vida,
tic-tac de la sangre...
Es el corazón.


Rayo del pensamiento,
huésped del papel,
daga verbal que eclipsa
la espada del tirano...
Es el verso.


Pretil de la palabra,
ballesta de la voz,
carcaj de pensamientos,
atril de los discursos...
Es la boca.

Arador de las olas,
paquidermo del agua,
cabellera de lona,
arboleda flotante...
Es el barco.

Laberinto de árboles,
césped, verde regazo,
cuadernos de barbechos,
preñez de sementera...
Es el campo.


Lagar para desuello,
sangre de su martirio,
festín de las palabras,
llave de los secretos...
Es el vino.


Alcahueta del ocio,
isla de madrugada,
proxeneta del sueño,
albergue de la noche...
Es la cama.

Látigo de pobreza,
la vida desdentada,
alfoz de maldiciones,
agujero del hambre...
Es la miseria.

Ahijado del ciprés,
banquete de gusanos,
padre de su ceniza,
vecino de la nada...
Es el cadáver.


Vivo alfar de la carne,
arcilla de su vientre,
yunque de sinsabores,
brasa que no se apaga...
Es la madre.


Eslabón de la estirpe,
yema nueva en la rama,
otra corteza al tronco,
acueducto de sangre...
Es el hijo.


Premio de Poesía Diego Bautista de Jimena de la Frontera
(Cádiz, España) publicado en Poemas premiados (1997-2007)


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