Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

miércoles, 13 de julio de 2011

523.- MARÍA DEL CARMEN GUZMÁN ORTEGA



CARMEN GUZMÁN ORTEGA Nació en La Palma del Condado (Huelva, España), aunque reside en Málaga. Es profesora de EGB en las especialidades de Inglés y Lengua Española.
Posee varios libros publicados: Al Sur del Infinito (Colección Corona del Sur, Málaga 1991); Mordaza y brida (Ateneo de Málaga, 1993); Mi voz en una piedra (Colección Azul y Tierra, Málaga, 1994); Sonetos urbanos (Diputación de Málaga, 1995); Sonetos marinos (Primer premio Ginés de los Ríos, Nerja, 1996); una selección de poemas tomada de la lectura realizada por la autora en la sede de la Fundación Generación del 27 (Málaga, 1998) y Estancias del agua (Editorial Devenir, Madrid 2002).

Entre sus colaboraciones antológicas destacan los homenajes a Miguel Hernández, León Felipe, José Martí y la Generación del 27, así como su participación en una recopilación de 27 cuentos de narradores malagueños.
Entre la lista de premios obtenidos por la autora cabe señalar el de la Agrupación Hispana de Escritores de Mataró por El día que la Tierra huyó, y el Premio Ejército por Arengas para la paz.



Nieve

Está nevando versos.
Los pétalos cayeron de las manos
de todos los poetas.
¿Dónde fue tu suspiro peregrino
que no pude mil veces abstraerte?

Adolezco de ti, poema errante.
El lobo de la sierra lastimero
va camino del pozo donde está la entropía.

Se van en el furgón los perros de la noche.
Entonarán los cisnes su canción postrimera
y bailarán las garzas un minueto de amor.

Yo trazaré contigo
en la pista de hielo
el acorde final de mi arabesco.








POR QUÉ

¿Por qué tengo que ser la encina fuerte?
¿Por qué tengo que ser esbelto pino
cuando al sol de la tarde me calcino
y no me queda más que adolecerte?

¿Y por qué he de luchar hasta la muerte
y afilarme las uñas de felino?
¿Por qué no ser suspiro peregrino
y en el silbo del álamo abstraerte?

¿Por qué tanto luchar por este sueño
y no ser pensamiento o golondrina
sin este sinvivir en que me empeño?

¿Por qué no ser un águila marina,
un alcatraz, un pájaro pequeño
gorjeando en la rama de una encina?






El parque

Se ha marchado del parque la última pareja.
La noche, poco a poco, su reino le reclama.
Un chamariz perdido se posa en una rama
y sobre los helechos el rocío se queja.

Temblorosos chirrían los dientes de la reja
masticando despacio la flor de la retama.
Un sauce dolorido sus lágrimas derrama
y en el cristal de un charco un pino se refleja.

La grava del sendero bajo mis pies crepita
como fuego que vuelve ceniza mi memoria.
Un búho me saluda. Ya conoce mi historia.

Bajo el blanco azulado un fantasma me invita
a seguirle los pasos. Tu imagen ilusoria
se me borra y deshace como una flor marchita.







HAIKUS FLORALES

Geranio blanco,
que al calor se deshace
como la nieve.

Por añoranza
llora sobre la arena
la flor de hibisco.

La altiva rosa
se deshace en el viento
como el olvido.

Las buganvillas,
jinetes en las tapias,
juegan con niños.

El crisantemo
sobre la tumba llora
su desengaño.

Con ese aroma
mi primavera pasa,
flor del naranjo.

Hermosas flores,
destellos luminosos,
fugaz belleza.

Jacarandas,
osados pensamientos
que vuelan alto.

Dama de noche,
tu saludo me deja
miel en el aire.

El heliotropo
a la dama de noche
persigue en vano.

Clavel de sangre,
como el amor te secas
cuando te arranco.

El edelweiss
se refugia en la sierra
para ser libre.

Las amapolas
aprenden de los trigos
lecciones verdes.

Las margaritas
se cuentan en la noche
secretos blancos.

El jazminero
con su nieve olorosa
cubre el verano.

Las campanillas
son duendes juguetones
de los caminos.

Adelfa blanca.
Su pureza es fingida.
Pasa de largo.

"Mira mi ejemplo"
parece que me dice
la flor del cactus.

La flor del loto
en silencio medita
sobre el estanque.

Anda despacio
no sea que destroces
mis pensamientos.

Entre los ripios
se abre paso valiente
la humilde malva.

Dulces hortensias,
arcoiris de sueños
sobre los riscos.

Los tulipanes,
elegantes sus cuellos,
como los cisnes.

Flor del espino,
revélame el secreto
de tu belleza.

Flores de almendro
como nieve rosada
sobre los montes.

Dulces camelias
que lloran sobre el pecho
de la Traviata.

Lirios del valle
que ni tejen ni hilan
sus bellos mantos.

¡Cuántos misterios
se ocultan en las flores
de la mandrágora!

Las nomeolvides
son promesas de amores
que seca el aire.





POÉTICA

Para gritar al mundo sólo tengo una voz.
Un susurro al oído me dicta los poemas.
Me brotan en los dedos como brotan las yemas,
como un fuego del alma, como un viento veloz.

Mi verso es golondrina y es un tigre feroz
que no teme del mundo sus crueles anatemas.
Mis versos se me engarzan como perlas y gemas,
bajo el grito del hombre o el susurro de Dios.

A veces, como loca, mi pluma va por libre,
y en esos raros, mágicos instantes recoletos
procuro que mi pulso se aquiete y se equilibre.

No fuerzo la medida para cantar sonetos
y dejo libremente al corazón que vibre
en una extravagancia de versos indiscretos.







MAÑANA

La luz de la mañana se cuela por los ojos,
un bostezar ansioso del aire en las antenas,
los pájaros ensayan agudas cantilenas,
bostezan las persianas, protestan los cerrojos.

Al este se vislumbran destellos de los rojos
horizontes marinos. Circulan por las venas
la sangre, los proyectos, las dichas y las penas
y las mantas sacuden del sueño los despojos.

Con el soplo del viento se levanta la bruma,
y el ámbito se tiñe de un tenue claroscuro
sobre el mar que dormita meciéndose en la espuma.

Una bruja impaciente ha lanzado un conjuro
sobre el papel dormido. Se despierta la pluma
y trepan los sonetos por la yedra del muro.







SALÓN

Para llenar el ánfora de plata
de la memoria alada, de vivencias
el salón, tan repleto de presencias,
donde el tiempo se encoge y se dilata.

Envolviendo mis huesos en la bata
olvido el desamor. Las trasparencias
de las cortinas cantan confidencias,
recuerdos de pasadas serenatas.

Me mira de través, con gesto adusto,
desde la esquina incierta de la sombra
el contorno sin límite de un busto.

Hay una voz oculta que te nombra,
pero de los fantasmas no me asusto







LA CAMPANA

Bostezo de metal en la mañana
¡Que se rompan los sueños! Las colmenas
despiertan agitando sus antenas
saludando al doblar de la campana.

La ciudad nuevamente se engalana
para bailar al son de las sirenas,
ciudad que me seduces y envenenas,
igual que yo, mendiga y soberana.

Cuna, tálamo, fiesta, fuego, dalle,
la llamada de un pájaro que expira
argentinos lamentos en la calle.

La campana es heraldo, ronca lira,
la campana es latido sobre el talle
de la mística torre que suspira.







COCINA

Hogar donde macera la historia de mi vida,
fogón donde se queman los sueños, donde cuece
la rabia. Y en el aire allí se desvanece
con el vapor y el humo la belleza escondida.

Todos los ingredientes exigen su medida,
su peso, condimento. A veces me parece
que en el cálido espacio lentamente se mece
la furtiva presencia de una humilde casida.

Poemas ahogados en jabón y lejía,
de sueños escapados por la abierta ventana,
por el ámbito claro de la cocina mía.

Allí, sobre el estante, la blanca porcelana
me dice que la vida se vive cada día,
que existe la vorágine y que existe el nirvana.







ESCUELA

Aquel nogal del patio, centinela
de alegres y ruidosos desconciertos
armoniza en ramajes entreabiertos
un tremolar de viva cantinela.

Meriendas olvidadas de la escuela
picotean los pájaros hambrientos
mientras vuela en océanos inciertos
el pájaro de ayer que ya no vuela.

La yedra, el alhelí, la buganvilla,
jinetes en las tapias como niños
y todo en la mañana bulle y chilla.

Heroínas y héroes lampiños
ya no me ven varada en esta orilla
y el nogal, que lo sabe, me hace guiños.








BUHARDILLA

Alfombras polvorientas de polvo y amargura,
fotografías viejas, una silla olvidada,
el cucurucho fláccido del vestido de un hada
y un maniquí decrépito de concisa cintura.

Reliquia de grandeza la ropa apulgarada,
la cómoda obsoleta, restos de una armadura
—retazos miserables de la memoria oscura—
demonios del pasado que ya no dicen nada.

De vez en cuando subo la crujiente escalera
y como un perro hambriento el miedo me acompaña
mientras entre las vigas la noche se acelera.

Me enfrento al desafío. Allí la telaraña
paciente me reprocha mi rima plañidera
y me inspira un poema la terca musaraña.











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