Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

jueves, 7 de julio de 2011

453.- PABLO ACEVEDO


Pablo Acevedo (1977). Lopera (Jaén)
Estudios
Licenciado Filología Hispánica, Licenciado en Teoría de la Literatura y Litaratura Comparada y Doctor en Literatura Española

Blog del autor
http://poetapabloacevedo.blogspot.com/
Géneros
Narrativa, Poesía
Reseña del escritor
Ha publicado los libros de poesía Onirisma (Ediciones Dauro) y Cazamariposas (Calima Ediciones), así como el ensayo La Red o La Llama (Calima Ediciones). Ha publicado artículos sobre poesía hispanoamericana y española, y ha participado en varias antologías de poesía y narrativa. Licenciado en Filología Hispánica y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, ha cursado estudios en las universidades de Córdoba, Granada y Complutense de Madrid, donde realiza un tesis de doctorado sobre los discursos estéticos de la modernidad. Ha realizado conferencias en varias ciudades europeas.
Publicaciones
"Onirisma". Poesía. 2001. Ver más detalles
"Cazamariposas". Poesía. 2006. Ver más detalles
Otras publicaciones
"Cuadernos del abismo : homenaje a H.P. Lovecraft". Ensayo. 2008. Ver más detalles
"Los jueves poéticos II : recitales de jóvenes poetas". Poesía. 2007. Ver más detalles






* Del libro Onirisma, publicado por Ediciones Dauro, 2001:
[sin título]

Cuando las horas afilan su intensidad de nieve
Funámbulas sobre el frágil rastro que dibuja tu huida
Cuando los jardines de la ciudad reprimen tu nombre
Y una mejilla inédita anhela el primer beso
Me pregunto si antes fue el puñal o la herida
Si antes el río o la lluvia que lo sostiene
Si antes la belleza o los ojos que buscan contemplarla

Cuando el pulmón rotundo
Golpea la arteria con su respiración de tiempo
Y ante mí el universo en su densidad de lino
Abraza un llanto fulgurante
Me pasmo de tanta presencia impedida
Huida permanente o soplo de un caballo mínimo
Y recuerdo que contigo la esperanza
También podía poblar una estrella perseguida con los ojos









[sin título]

Esta es el ancla desvelada que para mi eternidad busca un
fondo sin fatigas.

HUMBERTO DÍAZ-CASANUEVA

Si fuera que la vida no se extinguiera en un vacío que nos culmina
Si fuera que invocar la luz del fondo satinado del lenguaje
No premiara tan sólo con un dulce socorro sin esperanza
Si fuera que no fuera
Si fuera que nadie sabe pedirlo
Un recuerdo de aquellos días que nadie ha poblado
Un animal que relincha con los ojos
Si fuera que tú
Entonces yo mismo
Y abrirías mi pecho para sembrar una esperanza

Si fuera que el crimen del ombligo no nos cosiera al muro obstante de la
rutina
Si fuera que una estrella que muerde sus estribos
No espoleara mis ojos ante-nacidos al mundo
Si fueran unos labios que se miran con sus gritos
No un astro de humo
No una cifra leve ni bochorno o pétalo sonámbulo
Si fuera nudo de galaxia
Si fuera pájaro cándido

Si fuera que no fuera
Que fuera lo que debe ser o no ser nunca
Entonces podría distinguir la constelación que habita la forma
exacta de mi huida










[sin título]

Tengo una enorme tristeza entre los dedos
Que arrullo en su verdad de oso
Una enorme tristeza de barcos que preguntan por sus páginas en blanco
De colmillos que han perdido la carne urgente

Mi tristeza es un suspiro de acordeón
Un clavicordio que pellizca la madrugada
Un espasmo de piano
(Del resto mejor no hablemos
Sería nefasto para el corazón)
Mi tristeza es y no es un puñal dormido en el fondo de la carne
Es y no es una joya murmurada en algún rincón del sueño
Es una cama punzante en el día
No es el día brotado de un beso
La nombro le doy tu forma
Y el resto del ópalo mana de entre mis cigarros ensimismados

Un pájaro desposeído de sombra
Un pájaro fluvial
Vuela incapaz de posarse en ese árbol que no lo reconoce
Y en el instante de todas las miradas
Desprendido ya de la memoria del cepo que ha capturado tantas auroras
Viene a alojarse en mis ojos con el dolor de un dulce impacto
Con un saludo de baladros que hacen estremecerse la tierra

No hay golpe suficientemente duro
Ni labios tan ardorosos
Que consigan desposeerme de la fragilidad del mundo










* Del libro Cazamariposas, publicado por Calima Ediciones, 2006:

metafísica de la ceguera

luna, ojo de lo Arcano.
sol, pulpa del estío.

la noche, a mil cerrojos, por dentro arde.
y la combustión es aún más poderosa
que su propia voluntad por extinguirse.

la luz es la obscuridad que nuestros ojos ven.
amamos el mundo con una voluptuosidad de ciegos.

el día, amortajado por su aurora,
picotea el alma con un quiquiriquí de siglos.

la noche no resucita,
pues es eterna.










la nada en la cabeza de un pájaro sin cabeza... y sin pájaro

he disparado mi fusil,
y en vez de pájaros
cayó abatida la mañana.

apunté hacia tu pecho,
y el sol se desplomó,
ensangrentado.

descargué la munición
contra la caterva,
y en su lugar sucumbieron los ángeles.

señores, encañoné
mi propia cabeza,
y fue a otro a quien lloraron.








ejes de rotación

no se hace de noche: ¡yo entro en la noche!
no despunta el día: ¡yo salgo de la noche!

mamo el calostro de las nubes,
pisoteo los bigotes de las estrellas.

la noche nos espía por ser
más oscuros que la noche.
el día nos vigila por haber nacido
más claros que el día.

bebo el menstruo de las quimeras,
vomito el esqueleto en los portales,
¡me rompo los nudillos con la aurora!

sucumbo. o no sucumbo.

los días y las noches se esfuerzan
en ser la Noche, en ser el Día.

en el escrutinio de las horas
lanzo la madeja.

nodía... nonoche...

abofeteo el dado del horizonte:
todo es Origen, y comienza.













* Del libro Estrella varada (inédito):


TORRE ABOLIDA

Antes de morar en esta aciaga torre
donde mis demonios administran
mi hacienda de congojas
(paria trágico en la agonía de su ocaso
místico de ningún dios ─apóstata y devoto─
que ostenta el cadáver insepulto
de su entusiasmo)
yo había cruzado mil desiertos
sin más destino que yo mismo
arrastrando los horizontes y los equinoccios
bajo el cielo de la indiferencia
exacerbando el lenguaje con catástrofes mínimas
y un sosiego inútil de mineral equivocado.

Mucho antes de que mil soles estallaran
adentro de su caverna
y frente al negro hocico de la existencia
fundaran la aurora del Gran Estilo
erré por mil dialectos imposibles
por mil oscuras lenguas
y en mil formas no compartidas
buscando una palabra que no es desierto…
que no es arena… ni alacrán… ni exilio…
Palabra insolada de estas horas… lentas como dunas…
de este pensar lento… camello azul del tedio… jorobas de tristeza…
de esta sed lenta de parásito… garrapata de tinta…

Hay o no hay un mechón de tu pereza
dormido en la caracola del olvido
una aguja celeste por donde un ojo ensarta
sus imágenes más queridas
un rayo lúcido rasgando la seda del delirio
y un lento… lento luar de melancolía.

Hay en mi alma un dolor antiguo que no es dolor…
que no es noche… ni mortaja… ni vacío…
Pájaro eterno picoteando el maíz de la alegría
o los higos dulcísimos del tedio
llenando su buche de larvas esplendentes
antes de volar hacia un nido de doble fondo
y regurgitarlas en las bocas de los muertos…

Hay un éxodo fatal en las fronteras del alma
un haz de luz hiriendo el azul párpado de las letanías
una carencia tallada en el borde de los siglos
Hay una centella prodigiosa en el último horizonte
un cometa lúgubre y un solo Apocalipsis
una lámpara sin aceite un círculo perfecto
Hay un llanto infinito
en las negras campanas de mi torre.



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